To Die For [traducción] [TPN/Norray]

Norman III (2)

¡Al fin!

Envolvió las manos de Ray, tarareando una melodía alegre y apreciando la manera en que actuaba Ray, quien evitaba el contacto visual pero mantenía los brazos relajados. Norman lo agarró por la barbilla, guiando sus miradas a que se encontrasen. Ese gris oscuro lo llenó de incertidumbre y determinación.— No seas tímido.—

Ray lo fulminó con la mirada, temblando de frío pero enrojeciendo aún más, su piel siendo caliente al tacto.— ¡Lo dices porque tú no eres el que está amarrado!.—

Norman se echó a reír, apretando el nudo lo más posible.— No hay nada de qué avergonzarse.— besó suavemente esas hermosas manos.

Los dedos de Ray temblaron.— ¿No está muy apretado?.—

— Para nada, eres muy fuerte, si lo dejo suelto simplemente se caerá.— dijo Norman, besando suavemente las cicatrices de su mano nuevamente y admirando la piel áspera, ansiando ver a esas muñecas ser dañadas.— Seguramente lo disfrutarás.—

Una vez terminó. Jaló a Ray para acercarlo más a él. Metió su lengua dentro de su boca y sonrió ante el torpe agarre que Ray tenía sobre su hombro. Sus manos atadas hacían todo lo posible para mantener al menos un atisbo de equilibrio. Adorable. Tan insoportablemente adorable. Norman no pudo controlar su deseo de destruir por completo esos lamentables intentos y empujó a Ray al suelo. Suave pero autoritario. Se ganó un bufido por sus acciones, se encontró con esos ojos ofendidos y vio cómo se agrandaban, congelándose cuando Norman colocó sus muñecas atadas sobre su cabeza, ató el extremo de la bufanda al poste de luz que tenían al lado y dejó a su panadero abierto de par en par.

Norman casi pierde el aliento ante la vista. Hermoso.

Tan malditamente hermoso.

Norman admiró su trabajo, disfrutando de la mirada conflictiva que Ray no pudo ocultar. El pañuelo azul le quedaba muy bien.— Eres precioso.— siguió cada detalle del pecho de Ray, cada pendiente de músculo y grasa en su cuerpo, incapaz de contener el asombro en su voz.— Verdaderamente fuera de este mundo.—

Ray evitó el contacto visual, su cara increíblemente roja. Abrió la boca pero no emitió ningún sonido, la cerró de nuevo y movió una pierna. Nervioso. Avergonzado.

Norman se echó a reír, besando su pecho, dejando que sus uñas se arrastraran sobre sus costillas de nuevo, resistiendo el impulso de enterrarlas en la piel de su amante. Ray gimió cuando llegó a su garganta, tirando de su cabello desordenado y devorando lo que pudo. Los dedos de su panadero se movieron con torpeza, queriendo sujetar a Norman también, pero la bufanda lo detuvo. Se puso tenso, volvió a intentarlo automáticamente. Su frustración era dulce pero no tan adictiva como su creciente impotencia. Norman tiró de su cabello con más fuerza, mordiendo su oreja. Ray se estremeció y se mordió los labios por la mordida, sus ojos se agrandaron cuando su intento de mover una pierna fue violentamente detenido por la de Norman.

— ¡¿Qué est--Ah!.

Las uñas de Norman trataban de rasgar la piel, la pegajosa sensación que sintió en sus manos le resultó familiar. Consoladora. El impulso de beber del dolor de Ray era tan fuerte que su cuerpo se ahogaba en esos labios antes de que pudiera pensar. Ray se quedó sin aliento. Cada pequeño ruido, cada movimiento nervioso de esas caderas pecaminosas hacían de su cerebro uno cada vez más deteriorado. El fuego se extendía desde sus pulmones y estómago hacia todo su cuerpo. Mordiendo más fuerte, cada vez más duro. Emocionado más allá de las palabras.

— Esto es raro... — Ray respiró una vez que el beso se rompió, su expresión emocionada y cautelosa. Increíblemente guapo. Dioses, lo amaba tanto. Norman lo besó una y otra vez, aplastándolo, sintiendo todo su cuerpo arder con cada toque, y se le hacía la boca agua sólo por el olor. Hundió sus dientes en el estómago del otro hasta que sentir que se rompía. Ray no pudo contener su grito, trató de romper el pañuelo de sus manos con más vigor. Todavía estaba demasiado concentrado en su posición. Necesita distraerse. Norman chupó la mordida, limpiando suavemente el vibrante carmesí mientras su mano tiraba de los pantalones de Ray, deslizándolos hasta su rodilla.