Ray II (1)

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Perder a su mejor amigo fue doloroso. Su mente se llenó de una ira y miseria excesiva, veía cosas que no existían, pasando por recuerdos a una velocidad imparable. Era demasiado. Demasiado. Su cerebro se apresuró en crear un mecanismo de defensa, ahogándolo todo en un aterrador estado de apatía y vacío que hacían que el tiempo dejara de existir. Las horas se fundían las unas con las otras. No sentía nada, no notaba nada, no pensaba en nada.

El disociarse del mundo de ésta manera hacia que el silencio perdiera significado. Pero era opresivo cuando se encontraba lúcido. Extrañaba las extrañas peculiaridades e ideas tontas de Hayato, extrañaba los chistes malos que soltaba en los momentos más aleatorios y las invitaciones casuales para pasar el rato.

Incluso cocinar no era suficiente para distraerse. Las chispas y los paquetes de azúcar escaseaban cada vez más, hasta que sus manos cubiertas de harina llegaron al fondo de un paquete vacío y el calor del horno lo comenzó a sofocar. La luminosa cocina se volvió más aburrida a cada segundo y su cuerpo más lento.

Ray no se sentía vivo. No en verdad. Sólo sacado de su estado cuando vió esos ojos verdes que cobraron vida junto al fregadero, su tonta bandana meciéndose en un viento imaginario, demasiado lejos para tocarlo. "¡Detente un poco, Ray!" su familiar risa se quedó en sus oídos, sacándole el aire de los pulmones. "¡Ya hay suficiente comida para alimentar a toda una ciudad pequeña!"

La ilusión sólo desapareció cuando dejó caer su cuchillo, provocando que se cortara el pulgar.

Quedarse viendo con los ojos muy abiertos el fregadero vacío no ayudó. Cocinar tampoco ayudaba, pero no sabía qué más hacer. Así que siguió cocinando. Una y otra y otra y otra vez, hasta que ya no pudo sentir nada remotamente similar a alegría u orgullo. Todo se volvió automático, los antes tranquilizadores olores se le hicieron nauseabundos. Cada nuevo lote de postres se sumaba a su sensación de impotencia. Era insoportable. Insistió en cortar cebollas incluso cuando sus ojos nublados no le dejaban ver, agarrando el cuchillo de la manera incorrecta apropósito.

No le importaba.

Se había prometido no volver a herirse a sí mismo, ya no era un niño ansioso y solitario como para estar recurriendo a navajas. Tenía muchas fuentes de consuelo y distracciones disponibles. Era un adulto responsable... Sin embargo, dejó a su dedo sangrar. Se permitió sentir el escozor. Siempre ha sido rápido para darse por vencido.

La sangre cayó en las cebollas.

Se quedó mirando la comida manchada, tomándose su tiempo para volver en sí y ponerla debajo del fregadero.

Goteo

Goteo

Se lavó la sangre.

Goteo

Goteo

Su mente se fue a otra parte.

Las primeras horas, los primeros días, parecían alargarse demasiado pero ir increíblemente rápido al mismo tiempo. Un infierno brumoso.

Pensar en su amigo todavía le duele, pero está mejorando... No ha alucinado al fantasma de Hayato ni se ha engañado a sí mismo para escuchar su voz durante todo un día. Sólo habiéndose imaginando el breve reflejo de un fantasma rubio en la ventana de la panadería y en las tiendas favoritas de Hayato tres veces. La gente quejándose de los animales callejeros y de clientes torpes ya no le hacían revivir los recuerdos que tuvo con su amigo, aunque Ray seguía siendo incapaz de mirar a las personas bonitas y no pensar en como 'Hayato perdería todas sus neuronas si se les acercara'. Y aquel pensamiento ya no era tan divertido como solía ser.

To Die For [traducción] [TPN/Norray]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora