Norman V (2)

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Norman entró a la panadería con una pequeña sonrisa, notando que la muerte de Hayato ya no asfixiaba el lugar. Todo era tranquilo y acogedor, con clientes charlando y con los grandes ventanales dejando que el sol agonizante bañara el mostrador, brillando sobre el pan recién hecho, dorándolo.

La alegría era innegablemente real, pero aún faltaba algo. Sin duda ninguna cantidad de luces doradas y sonrisas amigables podrían traer de vuelta el ambiente de cuento de hadas. Esta atmósfera amistosa era muy precaria, un pequeño comentario sobre Hayato probablemente sería suficiente para hacer que el lugar volviera a la penumbra.

Se preguntó qué tan bien enmascararía la gente su tristeza si mencionara de manera descuidada el nombre del fallecido.

— ¡Norman!— Ray sonrió después de darle a Thoma su café.— Espera un poco, solo necesito servir dos mesas más y estaré fuera de servicio.—

— ¿No puedo hacer un pedido también?

— Si insistes.— sonrió con satisfacción.— ¿Qué quieres, Blancanieves?—

— Limonada.

El panadero pareció complacido con el simple pedido.— Enseguida.—

Norman lo vio exprimir limones con los ojos entrecerrados, se sentó junto al mostrador y dejó que su ocupado novio hiciera su magia. La bebida se hizo rápidamente y Ray pronto fue a servir a otras mesas. Norman entrecerró los ojos, centrando su murada en un cuarteto de chicas adolescentes desconocidas, notando que algunas de ellas se sonrojaron cuando Ray fue a tomar su pedido.

No eran muy sutiles que digamos en sus miradas, pero Ray parecía ajeno a la atención que estaban recibiendo sus labios. Prestando mucha atención a sus órdenes y preferencias, pero sin darse cuenta de que la razón de su indecisión al ordenar era porque querían que se quedara más tiempo con ellas, aún si no se atrevían a coquetearle.

Parásitos. Todas ellas.

Habría roto el vaso de molestia si Ray no se hubiera dado cuenta rápidamente de que Norman lo miraba fijamente, resistiendo claramente el impulso de reírse cuando le lanzó un beso.

— No intentes nada mientras estoy en el trabajo.— advirtió Ray en el momento en que llegó al mostrador. Todo su rostro se suavizó cuando Norman hizo un puchero.  Afortunadamente, el asqueroso grupo de parásitos entendió su lugar con bastante rapidez, viendo a Ray hacer su orden mientras sonreía con cariño ante la coqueta charla de Norman.

— Lo siento, no esperaba que ordenaran tres veces.— dijo Ray con una sonrisa de orgullo cuando todos pagaron y salieron, lavándose las manos sin pensar.— Tenemos tiempo ahora.—

Norman tarareó, acariciando el cuello de su camisa y dándole un beso en la nariz, amando cómo el olor de los pasteles se pegaba a Ray. Tocó lentamente su pequeña cola de caballo, las hebras oscuras más gruesas cuando se amarraron.— Extrañaba tu cola de caballo.—

— Extraño tus ojos azules.— Ray no perdió el ritmo, acariciando sus mejillas y sonriendo con satisfacción ante su sonrojo.— El negro sigue siendo bonito, no te preocupes.—

— ¡Ray! ¿Puedes cerrar por mí?— Isabella preguntó desde la cocina.— ¡Todavía estoy lavando los platos!—

— ¡Voy!— dijo Ray, listo para ir a cambiar el letrero de "abierto" junto a la puerta a "cerrado" pero deteniéndose cuando Norman fue a hacerlo él mismo. Él estaba más cerca de la entrada de todos modos, también podía hacerlo.

— Gracias.— Ray sonrió, tomó un trozo de tela y empezó a limpiar el mostrador.

Ray insistió en que no tenía que ayudarlo y le ofreció una bebida gratis, pero Norman se negó. Fue agradable ayudar a Ray, deslizar las viejas persianas de las ventanas y sentir una especie de adrenalina peculiar cuando se le permitió estar detrás del mostrador para ayudar a empacar las sobras.

To Die For [traducción] [TPN/Norray]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora