TREINTA Y CINCO

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Lo primero que Jongin vio en la mañana, cuando sonó la alarma, fue el mensaje de Kyungsoo. Se sentó en la cama de un salto y llamó a su amigo. ¡Al fin había encendido el maldito móvil!

¿Hola? —moduló con dificultad la persona del otro lado.

—¡Kyungsoo! —Bajó el volumen de su voz cuando recordó que su hermano podía escucharlo en la habitación de al lado—. Dios, estás bien.

Kai, ¿por qué no me buscaste?

—No quiero que Chanyeol sepa que estoy aquí. Dime que no se lo dijiste.

No, no le dije. Pero debería...

—Estoy viendo a alguien.

¿Quién? ¿Jimin? No importa. Solo quiero que respondas la siguiente pregunta y seas completamente sincero: ¿ya no amas a Chanyeol?

—Claro que lo amo, pero nuestra relación no tiene futuro. Así que estoy pasando de página y punto. —Resopló—. Prométeme que no le dirás.

Lo siento, no puedo hacer eso.

—Kyungsoo...

Ven a casa, por favor —suplicó su amigo—. Tu habitación sigue intacta. Puedes recuperarla. Iba a arreglarla para Soohyun, pero le encontraremos otro lugar.

—Esta es mi casa.

Que esté tu hermano no la hace tu casa. Además, nosotros también somos tu familia.

Jongin suspiró.

—No tengo tiempo para esto ahora. Hablaremos luego. No le digas a Chanyeol —insistió—. Me alegro de que Baekhyun y tú al fin estén juntos.

Cortó la llamada y lanzó el móvil lejos. Intentó sonar relajado para su amigo, pero estaba aterrorizado. Sabía que Kyungsoo le diría a Chanyeol aunque se pusiera de rodillas y le rogara que no lo hiciera. Le daba pánico la sola idea de verlo pronto. ¿Cómo evitaría doblegarse ante él y caer de nuevo en el espiral de esa relación sin nombre?

***

Cuando Jongin le cortó, Kyungsoo devolvió el móvil a la mesa de luz estirando su brazo por encima de Baekhyun y volvió a acomodarse, mirando con sus ojos ahora muy despiertos el rostro sereno de su novio que le sonreía con los ojos en forma de medialunas. La noche anterior habían comido tanto azúcar que habían tenido insomnio. Pero estando juntos no lo padecieron. Era más tiempo para poner al día la cuota de afecto. Se habían alimentado el uno al otro con golosinas, dado abrazos y caricias, hecho cosquillas y masajes. Kyungsoo había recibido la mayoría. Baekhyun había recostado la cabeza sobre su panza y le había hablado a Soohyun mientras esperaba percibir movimientos. También le habían cantado juntos. Y luego se habían quedado dormidos susurrándose sus sentimientos.

—Buen día —dijo Baekhyun con la voz ronca.

—Ya lo creo —murmuró Kyungsoo.

El mayor se rió y se inclinó hacia adelante para darle el beso de buenos días.

—Así que Jongin y Chanyeol, ¿cómo pasó? —preguntó.

A Kyungsoo le alegraba pensar que, como su pareja, Baekhyun era una extensión de él. Estaba en derecho de hablarle de cualquier cosa. Además, si vivían juntos en ese apartamento se verían envueltos en la relación de Chanyeol y Jongin, así que era necesario ponerlo al tanto. Por eso le contó toda la historia con entusiasmo.

Esta vez fue el primero en salir de la cama. Quería prepararle el desayuno a Baekhyun para que se fuera bien alimentado al trabajo. Le puso mucho empeño mientras él se duchaba. La próxima vez pensaba cocinar en la noche para dejarle preparado un almuerzo y que no tuviera que comer por ahí a las apuradas en su hora libre. Estaba tan compenetrado revolviendo que no escuchó a Wolf bufarle a su dueño ni los pasos de este. Casi se quema cuando Baekhyun pasó los brazos alrededor de su cuerpo. No derramó nada, pero sintió algo cálido derramarse en el interior de su pecho y brindarle una sensación de confort. La respiración de Baekhyun calentó su cuello.

¿Quién es el papá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora