¿Quién es el papá?

Punto de partida: Siete semanas atrás

Chanyeol se colocó la campera gruesa y la bufanda, y se despidió de Yifan y Amber en el café donde desayunaban juntos en vacaciones; el resto del año sus horarios de trabajo sumados a los de la universidad se lo impedían. Volvió a casa por el camino que pasaba por la farmacia. Una vez al mes Jongin, Kyungsoo o él debían ir a re-abastecer las necesidades de los tres, así como cada dos semanas los dos sobrantes se encargaban de las compras en el supermercado. La lista de la farmacia generalmente consistía en una loción para Jongin, utilidades secundarias para la higiene personal de Kyungsoo, una botella grande de lubricante para Chanyeol, y una buena cantidad de preservativos para todos, aunque él era el que más los usaba.

El chico de la caja era el mismo del mes anterior, cuando debió ir a la farmacia de emergencia porque se le había acabado el lubricante antes de la fecha. La cara del muchacho, pálido y pelinegro, fue un poema cuando vio la botella grande de lubricante, igual a la que Chanyeol, quien era difícil no reconocer gracias a las orejas, se había llevado dos semanas atrás. El alto sonrió con picardía y aprovechó que no había nadie detrás en la cola para poner los codos en la caja y estar al nivel del chico.

—Hola otra vez, Lay —dijo al leer la placa de quien lo atendía.

—Hola —respondió con un acento gangoso y se aclaró la garganta para recuperar la compostura.

—¿De dónde eres?

Lay pasó sus compras por el lector.

—China, pero vivo aquí desde pequeño.

—¿Cuál es tu nombre real?

El cajero levantó una ceja y sonrió de lado.

—¿Por qué debería decirte?

—Tienes razón... Hagamos esto. Dejaremos pasar unos meses y volveré a pedirte tu nombre.

Lay rió, enseñándole unos hermosos hoyuelos.

—¿Qué cambiaría eso?

—Que entonces habrás tenido tiempo de conocerme un poco más. —Agarró la botella de lubricante y la señaló—. Me verás seguido.

—Woa... Qué descarado —dijo con asombro, pero encantado a la vez—. Está bien, es un trato.

Lay le tendió su bolsa y Chanyeol le guiñó el ojo al tomarla. Salió de la farmacia satisfecho con su posible futura conquista. Ya se moría por contarle a sus compañeros de piso para que la próxima vez que vieran al cajero los matara la envidia.

Abrió el departamento con una sonrisa triunfal que se borró cuando escuchó algo de vidrio estallar. Dejó la bolsa en la mesita de la sala y caminó por el pasillo en silencio, a la espera de que otro ruido le advirtiera de dónde había provenido el primero. A medida que avanzaba, se escuchaba un llanto histérico en aumento que era difícil no reconocer. Solo uno de ellos lloraba de esa manera. Entró a la habitación del menor del departamento sin golpear la puerta y lo halló parado en medio del espacio, con trozos de vidrio desperdigados por el suelo junto a una foto.

—¿Kai...? —llamó su atención con miedo a su reacción.

El moreno tuvo un respingo y cuando levantó la cabeza, que tenía enterrada entre las manos, dejó ver un rostro ultrajado por las lágrimas. Chanyeol entró mirando la foto en el suelo de Jongin con su pareja. Tenía una idea de lo que había pasado. Abrazó a su amigo sin hacerle ninguna pregunta y lo sacó de la habitación, camino a la sala.

"Tenemos una situación aquí", escribió en un reducido mensaje a Kyungsoo, de quien dedujo que aprovechaba las vacaciones para visitar a sus hermanas. Se acomodó en el sillón junto a su amigo y rodeó sus hombros con un brazo. No pasó mucho tiempo hasta que el tercero de ellos atravesó la puerta de entrada y encontró a Jongin con la cabeza caída sobre el hombro de Chanyeol y la mirada perdida.