—Come, Alexander — me regaña mi mejor amigo —. Que los cereales no se van a comer solos.
Le miro con mala cara, pero finalmente decido reunir las pocas fuerzas que me quedan para incorporarme y sentarme en el sofá.
Anoche, tras llegar a la casa de Aaron, metimos a la chica en una de las habitaciones de invitados, y tras pelear con el señorito Turner le convencí para dormir en el salón. No por gusto, ni mucho menos, sino por precaución. Ya que la rescatada seguía inconsciente cuando Anne, la ama de llaves de la familia Turner, la metió en la habitación.
—¿Qué le vamos a decir a nuestra falsa rehén cuando se despierte? —pregunto finalmente.
—Muy fácil. Que ayer se cayó por la borrachera que llevaba encima y un sujeto poco inteligente, llamado Alexander, le dio por meterla en el coche del sujeto dos, llamado Aaron.
—Ya bueno, no lo veo muy factible—comento tras fingir pensarlo durante unos segundos —. ¿Y si le decimos que es un experimento social? —acabo diciendo para intentar relajar el ambiente.
—Claro, porque es muy normal secuestrar a una chica cuando estas siendo perseguido por cuatro tipos armados.
—Le podían haber hecho daño — le reprocho y frunzo el ceño cuando un pensamiento llega a mi mente — , o incluso algo peor.
—No nos incumbía nada de lo que le pasase a esa chica. Tú fuiste el que la metió en mi coche, sin mi consentimiento he de recalcar —se pasa una mano por el pelo y me mira antes de dejar caer los brazos — ¿En qué coño pensabas, Alexander? ¿Qué era una buena idea añadir más problemas a los que ya tenemos?, ¿O es que pensó tu aparato reproductor por encima de tu cordura?
—Creo que a todos nos gustaría ser salvados. Es algo humano. Así que no, no pensó mi miembro por encima de mí. Ella estaba en peligro y la he ayudado. Imagínate que hubiese sido Riley, ¿a qué entonces sí la salvarías?
—Es diferente.
—No, no es diferente —reprocho, enfadado —. Ambas son personas y se merecen el mismo respeto.
—Vale, rubia —pronuncia la última palabra con un pequeño ápice de diversión, cosa que hace que se me vaya cualquier resquicio de enfado —. Pero te recuerdo que te has puesto en peligro solo para salvarle el culo a otra persona.
—Pero todo salió bien, ¿no?
—Considero que aún tenemos que lidiar con dos inconvenientes, pero allá tú —y vuelve a centrarse en sus cereales.
El silencio hace acto de presencia en la estancia, por lo que me dedico a observarla mientras como. El salón de la familia Turner es ridículamente grande. Está decorado de forma muy tradicional, vintage y al mismo tiempo minimalista. Todos los muebles poseen un toque antiguo, que resalta con la modernidad de la estructura.
La puerta principal da un gran recibidor, y a la derecha de este está el salón. En el mismo se encuentra una gran escalera que lleva a la planta de arriba y al fondo un gran ventanal permite que se introduzcan los primeros destellos del sol mañanero.
De repente mi teléfono empieza a vibrar en los pantalones de pijama que me dio anoche el castaño, así que me apresuro a sacarlo y a responder.
—¿Sí?
—Buenos días, Alexander. ¿Dónde estás? —, me pregunta mi padre al otro lado de la línea.
—Estoy en la casa de los Turner, ¿pasa algo?
—Eh... bueno, no. Solamente quería saber porque no estabas en casa.
—Iré más tarde —respondo algo confundido. Pasan unos segundos en los que no dice nada más, así que finalmente cuelgo.

ESTÁS LEYENDO
Donde pueda verte
Mystery / Thriller«Los amigos de verdad te traicionan de frente» le dijo una vez el chico de ojos verdes grisáceos al de los azules apagados antes del hecho que cambiará su vida y se llevará a uno de ellos. Nadie sabe qué le pasó, o puede que alguien sí lo sepa, pero...