17. Palimpsesto

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-¿Era necesario quedar aquí? - le pregunté malhumorado a la chica que tenía enfrente.

-Sí-respondió dándole vueltas a su batido de chocolate-, por si las moscas.

-¿Por si las moscas? -inquirí y ella asintió.

-Está relativamente cerca de mi residencia, ya sabes, por si las moscas.

-¿Me estás acusando de algo, Adeline?

-Prefiero guardarme mis opiniones, ya sabes, por si...

-Vuelves a repetir esa frase y te tragas el batido.

-Tu caballerosidad me sorprende.

-Vale-respondí encogiéndome de hombros.

Observé a mi alrededor y contemplé la pintoresca y ridícula cafetería en la que nos encontrábamos. Inconscientemente mis recuerdos me juegan una mala pasada, pues pienso rápidamente en mi mejor amigo, recuerdo la ilusión que le hacía tomar algo con Adeline y lo cómodo que estuvo en este mismo sitio, hablando y riendo.

Esbocé una ridícula y diminuta sonrisa pensando en sus ojos brillantes al pedirme que me quede, y cómo mi yo interno más cariñoso aceptó por él.

-¿También te recuerda a él?

-Se llama Alexander-respondí molesto.

-Lo sé-esbozó una ligera sonrisa que no le llegó a los ojos.

-Bien-me incorporé sobre la mesa, apoyando los codos en la misma-, cuéntame. ¿Qué pasó ese día?

-Riley y yo...-comenzó a hablar, pero la interrumpí.

-A ella trátala como «ella».

-Es mi amiga-añadió molesta-, y no voy a tratarla de esa forma sólo porque tú me lo pidas.

-Eres como un grano en el culo, como la lluvia en un día de piscina, como tener un mal día de pelo en un día importante, como subirse en el coche y no tener gasolina...

-Creo que lo he pillado.

-Que eres insoportable, vaya.

-Lo he pillado-repitió-, en algo nos teníamos que parecer.

-Puede ser-respondí tras darle un sorbo a mi café-, porque en la belleza no.

-Gracias, siempre me he considerado una persona humilde en cuanto a mi atractivo físico-comentó sarcásticamente.

-Me pareces muy valiente que trates la realidad frente a la fantasía.

-Ya vale. Para.

-Bien-levanté las manos en señal de derrota, divertido.

-Hemos venido para hablar sobre é...-paró antes de terminar la frase.

-Sobre Alexander-terminé por ella y asintió.

-Bien-comenzó a hablar temblorosa-. Riley y yo no os vimos cuando salisteis del local, estábamos ofreciendo la sustancia a los que se encontraban en la pista, bailando. Según la policía debieron pasar unos quince minutos.

-¿Quince minutos para qué? -le animé a seguir al ver que se había bloqueado.

-Para el caos-añadió conectando sus marrones ojos con los míos-. Llegó la policía y cerraron el bar desde fuera. La música se apagó, la luz se mantuvo neutral por lo que muchas personas comenzaron a alterarse, Riley y yo incluidas. Comenzamos a pensar en vosotros, así que quisimos subir a la zona VIP, conseguimos colarnos, pero al subir no estabais.

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