—Entiendo—dijo la cálida voz al otro lado de la línea.
—En tres días pasaré por ti.
—Y yo te estaré esperando.
Fruncí el ceño ante su extraña respuesta, pero opté por no decir nada al respecto. Escuché como suspiraba antes de querer empezar a hablar, pero colgué sin darle la oportunidad de hacerlo.
—Entonces, ¿irás con ella?—me preguntó el individuo que jugueteaba con uno de mis libros.
—Sí.
—Don monosílabos—rio—. Cuéntame algo más sobre ella.
—Es tonta—me encogí de hombros antes se seguir limpiando mi habitación de ocio.
—Tú sigue limpiando la Turner-cueva pero cuéntame cosas.
—¿Te interesa?—pregunté molesto, lanzando uno de los mandos viejos de la play.
—Por supuesto—confirmó—, consiguió indirectamente que Alexander dejara a Selene, y por otro lado, tú la dejaste a ella por Alexander.
—No la deje porque no había nada que dejar.
—Te las querías follar—añadió en un suspiro dramático.
—Y Alexander la quería cuidar—añadí—, cosa que me pareció más cómodo para sonsacarle información.
—Claro, claro—bufó—. Se me había olvidado el polvo a cambio de información.
—No tengo tiempo para tus tonterías.
—Tienes tres días libres, querido amigo.
—Además—lo miré molesto—, ¿tú que pollas haces aquí?
Levantó las manos en señal de rendición tras dejar el libro con el que había estado jugueteando.
—Cuando te pases meses sin verme te quejarás—sentenció.
—No lo creo.
—Venga ya, Aaron—se molestó y una ligera diversión llegó a mí—. He venido a despedirme, no seas gilipollas.
—Ven—abrí los brazos y él me dio un abrazo.
Fue un abrazo corto, extraño y confuso, pues conllevaba muchas emociones detrás.
—Arrivederci—me despedí cuando terminó el abrazo.
—Eso es italiano—se quejó.
—Wiedersehen.
—Me sirve—se encogió de hombros antes de cargar la ligera mochila que le había dado.
—Cuídate, Aaron—sonrió tristemente—. Te echaré de menos.
—Mucha suerte en Suiza.
—En el fondo sé que es una despedida permanente.
—Adiós, Mark—me volví a despedir golpeándole el hombro—. Claro que nos veremos.
—Gilipollas—dijimos los dos al unísono.
Le susurré un «gracias por todo» antes de que se subiese en el coche que le esperaba frente a la puerta de mi casa. Y entonces, volvió a irse.
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Llevaba unas horas sentado en aquel sillón, contemplando el atardecer que comenzaba a hacer acto de presencia frente al gran ventanal de la estancia y cuyos rayos perecederos iluminaban la blanquecina casa de mi mejor amigo.
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Donde pueda verte
Mystery / Thriller«Los amigos de verdad te traicionan de frente» le dijo una vez el chico de ojos verdes grisáceos al de los azules apagados antes del hecho que cambiará su vida y se llevará a uno de ellos. Nadie sabe qué le pasó, o puede que alguien sí lo sepa, pero...