Capítulo 41: Confusión y preocupación

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-Oye hermano, ¿estás bien? En realidad estamos muy preocupados, yo estoy muy preocupado – la voz de Suigetsu se alzaba para así poder ser escuchada por quien estaba del otro lado de la habitación.

Habían pasado semanas desde que Sasuke tenía esa actitud, más frio, más certero, amargado y más…triste. El conocía a Sasuke desde hace mucho tiempo y por eso podía decirlo; su amigo siempre había sido huraño, eso no se podía negar, pero picando en el lugar correcto se podía ver que no era mala persona.

Pero desde hace ya casi seis semanas Sasuke había cambiado, y hace una semana, no salía de casa, ni de su habitación y no aceptaba hablar con ninguno de ellos.

¿Qué había pasado con él?, ¿era algo realmente malo?, digo, que Sasuke Uchiha este deprimido no es algo natural, es más, es antinatural.

Observo a Karin mirarlo con sus ojos entristecidos y a Jugo, que aunque siempre poseía su rostro con una expresión tranquila, esta vez, lucia cariacontecido.

-Bien – suspiro derrotado – nos vamos, pero cualquier cosa, llámanos, escríbenos o lo que sea, estaremos ahí ¿entiendes hermano? no tenemos idea por lo que estés pasando pero, ¡mejórate!

-Sasuke, te deje algo de comida hecha – esta vez, fue Karin quien se acercó a la puerta – hice unos onigiris, sé que te gustan mucho, también hay té, y hay algo de comida instantánea en la alacena. Come por favor, y deja de estar encerrado.

-Ya la escuchaste – hablo de nuevo Suigetsu – ¡ni se te ocurra desperdiciar lo que te cocino! Estaremos esperando por ti.

Esas fueron las últimas palabras que Sasuke escucho, luego de eso, volvió a sumirse en el silencio total de su habitación. No es que estuviera deprimido, aunque si estaba triste, él había quedado como un total farsante, había hecho llorar a Naruto, y estaba poniendo en peligro la estabilidad de su banda, y todo por haber sido tan descuidado.

Si tan solo Kimimaru jamás hubiera obtenido aquellas fotos entonces él no estaría en esa mala posición.

Pero no era solo eso, sino también, saber que Shin murió y que él no pudo ni siquiera despedirse cuando este aún vivía.


*****


El cielo estaba ligeramente nublado, y según el reporte del clima, había ciertas probabilidades de que ese día lloviera, llevaba el paraguas en la mano, por si de repente llovía, y su cabeza un gorro y unos lentes de sol, en su otra mano, un ramo de flores hortensias blancas, y unos cuantos lirios.

Sus pasos se detuvieron después de tanto caminar, y se detuvo frente a las dos tumbas, la primera, de su padre, “Por su inmenso dote del deber, protegió muchas vidas aun acosta de la suya” y la de su madre “Vivió su vida como una flor, e hizo sonreír a quienes la rodearon”

Dejo el paraguas a un lado, y se puso de rodillas frente a ambas tumbas, una al lado de otra, simbolizando su unión irrompible; miro el ramo en sus manos y la puso sobre la tumba de su madre, “las flores son para las mujeres” si, eso decía su padre, por eso esas flores eran solo para ella, encima de la de su padre, puso algo diferente, una pequeña botella de sake, que traía en el pantalón.

La destapo y la dejo sobre la tumba.

Junto sus manos y luego sonrió observando las tumbas.

-Hola padre, madre. Hace mucho que no nos vemos, perdónenme por no haber venido a hablar con ustedes antes, pero…muchas cosas han pasado, y muchas he descubierto – pronuncio mientras se sentaba sobre sus piernas – han pasado muchas años ya, y aun me duele recordarlo, aunque… “las heridas hacen al hombre sabio” ¿cierto padre? No he vuelto a hablar con Itachi, desde la última vez, perdóname por eso madre, sé que tú hubieras preferido que me reconciliara con mi hermano.

El sonido de los sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora