Capítulo 44: La verdad

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-¡Dime la verdad! – fastidio una vez más.

-No hay más verdad que esa – le respondió secamente, deseando estrangular al rubio impertinente.

-¡Mentiroso! – Le reclamo – yo sé que no hay nadie más, por eso quiero la verdad.

-Basta, me voy – respondió levantándose de la silla y dispuesto a abandonar el lugar.

Kakuzu estaba harto, Deidara había llegado hacia él, en un momento cualquiera, había iniciado una conversación normal, sobre el tiempo que tenían sin verse y los viejos tiempos, pero en cuanto pico en el tema de él y Hidan, Kakuzu se alteró, no quería ser interrogado, no quería escuchar siquiera el nombre de su ex, pero Deidara era un mosquito difícil de matar.

Deidara era el amigo de la infancia de su aun esposo, y por ende él terminó conociéndole también, Kakuzu sabia una cosa, Deidara estaba preocupado por ambos, después de todo él e Itachi conocían a la perfección su historia de amor.

-¿En realidad ya no lo amas?, ¿Lo olvidaras totalmente y lo dejaras ir? – Pregunto Deidara al ver que iba a abrir la puerta y a irse – ¿no te importara ver que otro hombre lo toque?, ¿Te dará igual saber que alguien más dejara sus manos marcadas en sus caderas?, ¿No te importara saber que quien lo posee ahora es otro y no tú, que quien escucha sus gemidos y jadeos ya no serás tú?, ¿Ya no te interesara escuchar cómo te llama “Kuzu” y te dice al oído con palabras lujuriosas cuanto te ama?, ¿Ya no?

-¡Cierra la boca, Deidara! – dijo enfadado por tanto escucharlo.

Él trataba, en verdad trataba de no pensar en eso, él no quería imaginarse nada, él no quería pensar en que alguien más podría tener los privilegios con Hidan que solo tenía él. Era odioso, terrible, sentirse celoso era de lo peor.

-Diez años – le recordó – Hidan no quiere esto, y está convencido de que en realidad conociste a alguien que te hace más feliz que él, ¿porque no dejas de mentir y le dices la verdad?

Kakuzu guardo silencio y apretó los puños al escucharlo.

-Las mentiras no son buenas – le advirtió el rubio – no hagas algo de lo que después te arrepientas. Porqué si haces eso, puede que llegue un punto en que Hidan ya no sea capaz de tomar tu mano, sino que avanzara y te dejara solo. Y todo será tu culpa.


Deidara salió de la habitación alegando algo sobre que tendría que salir con su primo o algo parecido, él no lo escucho muy bien, pues su mente se hallaba rodando sin control.

Si él le decía la verdad a Hidan entonces estaba seguro de que no podría dejar ir al Dj.

¿Te dará igual saber que alguien más dejara sus manos marcadas en sus caderas?, ¿No te importara saber que quien lo posee ahora es otro y no tú, que quien escucha sus gemidos y jadeos ya no serás tú?, ¿Ya no te interesara escuchar cómo te llama “Kuzu” y te dice al oído con palabras lujuriosas cuanto te ama?, ¿Ya no?

-¡Maldición! – exclamo lleno de enfado, estampando un fuerte golpe en la pared del edificio.

Observo como suavemente de sus nudillos descendían pequeños hilillos de sangre.

-Maldición.

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Reviso sus bolsillos y nada. ¿Dónde dejaría botado su teléfono?

Últimamente le había pasado de todo, se peleaba con Naruto, le mentía, se enteraba de la muerte de Shin, se encontraba con su hermano, conocía a su esposo, trataba de arreglar las cosas que dejo mal en el pasado, y actualmente, ya no sabía ni donde tenía la cabeza.

El sonido de los sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora