Estaba tranquilamente visitando su lugar de paz junto con sus numerosos y pequeños alebrijes.
Llevaba años de no visitar su mausoleo, por que siempre se encontraba ocupada dando sus fiestas de gran prestigio en la comodidad de su mansión, y ahora... ya ni eso le quedaba, solo su muy descuidada tumba.
Pero ahora tampoco podía disfrutar de ese lugar, ya que llegó una indeseable visita... la responsable de que sus infames actos sean descubiertos.... Micaela Rivera.
- Maldita chamaca... - Gruñó Ernestina, tomando de la botella que tomó de alguna ofrenda de por ahí.
La chica estaba viendo por la ventana y hablaba con quien sabe quien sobre lo que justamente quería olvidar la mujer difunta: la vez que Micaela pudo ir al mundo de los muertos.
Y Jesús, María y José, cómo deseaba que no volviera a ocurrir.
De pronto, la mocosa había empezado a gritar. Buscando a alguien o algo así, no sabía lo que ocurría pero le interesaba que la malcriada estuviera asustada.
Se fijó por la ventana, notando que Micaela estaba siendo acompañada por su perra y... ¿otra niña? Eso era una niña, ¿verdad?
Luego Micaela pasó entre su acompañante, haciendo que Ernestina se diera cuenta de que el niño afeminado en realidad era a quien Micaela estaba buscando y se encontraba en el mundo de los muertos.
- Hmm... ¿Le importa mucho esa... persona? - Se preguntó, viendo lo preocupada que se veía Micaela buscando por, lo que parecía ser, su pareja.
Y también notando la expresión alarmada del otro adolescente, y el como intentaba tomar la mano de la niña. Regresó su mirada al interior del mausoleo, viendo a sus chihuahuas alebrijes y tomando uno entre sus huesudos brazos.
- ¿Ustedes que dicen? - Les preguntó por su opinión como si pudieran responderle. - Yo ya no tengo nada que perder... pero ella sí tiene.
Murmuró viendo fijamente a Hiroko.
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- Muy bien, si realmente estás ahí, porfavor no entres en pánico... - Dijo Micaela acercándose a donde se encontraba Delta. - Estarás bien, solo debo descubrir como entraste y entraré contigo...
- Mica... - Murmuró viendo lo cerca que estaba de ella, notando que la mirada de su amiga no podía conectar con la suya.
- Saldremos de esto, juntas. - Le aseguró la pequeña Rivera, dando un paso más y escuchó haber pisado un plástico, miró el piso, notando una envoltura de dulce. - Hey, te dije que no tiraras basura... - Levantó la envoltura, y recordó haberla visto antes. - Espera... ¿De donde...?
Encontró otro par de envolturas en el suelo, notando lo familiares que le eran. Delta ladró y Micaela fue hasta ella, notando que las envolturas concordaban con los dulces que se encontraban sobre la ofrenda que su cachorrita le estaba mostrando.
- Robaste de ofrendas... - Concluyó Micaela, recordando poco a poco la vez que ella había sido maldita.
Delta empezó a gruñir en dirección a donde se encontraba Hiroko.
- ¿Qué tienes? - Preguntó, inconsciente de que Hiroko estaba siendo arrastrada por Ernestina desde otro plano.
La joven heroína intentaba gritar pero una huesuda mano estaba sobre sus labios. No podía concentrarse en quitársela de encima, estaba tan sumergida en su propio pánico que toda técnica de defensa se había desvanecido de su mente. Solo podía retorcerse inútilmente.
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Sí, somos mujeres
FanfictionHiroko y Micaela se encuentran lidiando con sus sentimientos en lo que se la pasan saltando de un mundo a otro. (One shots relacionados a la historia principal)