7. "Tus labios jamás..."

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Un silencio sepulcral invadió aquel pequeño espacio, después de que Hiroko se disculpara por no poder responder al beso de Micaela.

Hiro no encontraba qué decir. Estaba indecisa en decirle la verdad o mentirle diciéndole que "no siente lo mismo" o que "no quiere compromisos con nadie", pero tampoco quería lastimar a Micaela.

Mica estaba perdida en sus pensamientos, con la idea de que malinterpretó todo, que aquella conexión especial solo era cosa de ella y que Hiroko nunca sintió algo más allá de una amistad.

- Perdón... - Mica rompió con el silencio. - N-no debí hacer una escena así...

- No, esto no es culpa tuya, tranquila. - Intentó calmarla Hiro, tomando su angustiado rostro entre sus manos. - Es mía, yo... es que... yo no...

- No sientes lo mismo... - Concluyó Micaela con un mal sabor de boca. - ...y eso no es culpa tuya, Hiro.

- No digas eso... - Quiso mantener la mirada fija pero le era imposible, los ojos de su amiga se humedecían.

- Está bien, yo me precipité y... - Tomó las manos contrarias con la intensión de apartarlas pero no tenía la fuerza suficiente para hacerlo.

- Micaela... - Negó con la mirada abajo.

- ...Esto es culpa mí-

- YA BASTA. - La encaró nuevamente, notando las lagrimas que empezaban a caer por aquellas coloradas mejillas. - ¿No me oíste antes? ¡Te quiero! - Confesó de nuevo, con una sonrisa rota.

- N-no tienes que hacer esto... - Desvió la mirada, pensando que se lo decía solo para que dejara de sentirse mal.

- Micaela. - Le llamó cerrando los ojos y acercando ambas frentes. - Te quiero... Te quiero tanto. - Murmuró, frotando su nariz con la contraría.- Y... esa es una palabra TAN pequeña a comparación de... de todo lo que siento por ti...

Aquellas palabras bonitas que su amiga le dedicaba, acompañado de aquel delicado tacto sobre su nariz se sentía bien... era reconfortante, e hizo que también cerrara lo ojos por un breve momento.

Entonces, volvió a sentirlo, como las manos de Hiro temblaban, al igual que su rostro.

Hiroko estaba llorando de nuevo... solo que ahora no se escondía de ella. La encaraba para hacerle saber que estaba siendo honesta.

- Si... no estabas lista para un beso, pudiste decírmelo.- Tomó el rostro contrario, e iba a acariciar sus labios con su pulgar, pero Hiro le detuvo.

...

Tiene qué decirselo....

- "Tus labios jamás... " - Intentó citar, con amargura en su voz. 

- ¿Hiro...? - Cuestionó al notar aquella pausa.

- "A-ambas estarán en casa, solo si tus labios jamás la vuelven a tocar"- Terminó de citar la condición que Ismael le dejó. - Es lo que él me dijo para que volviera...

Aquel mandamiento al que intentó negarse, pero no parecía tener de otra... resignándose a no volver a tener la oportunidad de besar a su amiga... ni si quiera en la mejilla o la frente como solía hacer.

Micaela apenas y pudo comprender lo que dijo, porque, no creía que su tatarabuelo fuese capaz de repetir la misma estupidez.

- Hijo de su chingada madre. - Exclamó la menor. - Vamos al panteón, pero ya.

- ¿Qué?, ¿Por qué? - Preguntó confundida la mayor viendo como su amiga salía del escondite.

- A robar de ofrendas. - Explicó con fastidio, bajando del techo y caminando rumbo a la salida del patio. - Si me besas solo te llevará a ti de vuelta, y yo tendré que ir a robar así que...

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