Ernestina lo presenció todo.
Desde el reencuentro que tuvo esa tal "Jiroko" con la familia Rivera, hasta la maliciosa condición que le habían dejado.
- ¡¿Que te pasa Ismael?! ¡Solo son unas niñas! - Escuchó a su ex mejor amiga quejarse con su esposo.
- ¡Por eso mismo lo hice, Hortensia! Están confundidas, ya se les pasará.
- Nosotros estuvimos juntos desde más jóvenes que ellas, ¿Acaso estábamos confundidos?
- Es diferente.
Escuchaba la discusión a lo lejos y se dio cuenta de lo que hizo la niña china: Poco a poco, la familia Rivera se volvía a romper.
Vaya grupo de hipócritas.
Con su estúpido discurso de "Somos la familia perfecta, super unidos a menos de que no sigas nuestros ideales impuestos"... la ironía.
Muy mente abierta el Ismael cuando su querida nieta decidió ser músico, pero ahora que le gustaba jugar con tijeras... la historia se repite, prefería que su querida Micaela muriera antes de que fuera lesbiana.
Y claro, el resto de la familia siguiendo sus reglas anticuadas al pie de la letra, con tal de no ser desterrados como alguna vez lo estuvo Hortensia.
Pero sabía que la chinita no cumpliría con su condición, no, no... la forma en la que esa mocosa miraba a Micaela, chingada madre, por supuesto que conoce esa pinche mirada. Y sabe que no podrá con tal mandamiento.
Y es por eso, que se quedará cerca de ese par, esperando el momento en el que la mayor decida sucumbir a sus prohibidos sentimientos.
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Después de la cena, la música y el baile, toda celebración había terminado. Ahora los más menores de la familia se encontraban dormidos en la cálida sala principal del hogar, y los más mayores hablando amistosamente en el patio.
A los Hamada les agradaba estar con los Rivera... antes de que se fuera Sadashi, ya disfrutaban de su compañía, pero ahora, a unos meses de su pérdida, habían vuelto a sentir esa familiar calidez.
Habían improvisado una pequeña fogata en un bote de metal para generar más calor. Tíos y abuelos hablando de anécdotas divertidas que habían vivido con sus difuntos, incluso el Tío Chris se había animado a hablar de las travesuras que su par de sobrinas solían hacer, sacándole risas enternecidas al resto.
Y es que... Chris se sentía nostálgico, viendo a la joven Micaela cuidar de su ya durmiente hermano menor.
"¡La quiero cargar un rato más!" Escuchó entre sus pensamientos los berrinches que hacía una pequeña Sadashi de 10 años cuando no quería soltar a su hermanita de tan solo 3 años. Y a veces, la dejaba cargarla el tiempo que quisiera, por que lo entendía... su Hiroko era todo lo que le quedaba.
- Se molestaba mucho conmigo cuando me negaba... - Contó con nostalgia. - Yo no quería que te tuvieras la maña de siempre querer estar cargada.
- Ah, entonces fue culpa de Sadashi. - Se burló Micaela, arrullando a su hermanito.
- Hey, tu ni me puedes cargar. - Se quejó Hiroko a su lado.
- No hablaba de que yo te cargue a ti, tu siempre me quieres cargar a mí. - Protestó de vuelta, haciendo que el pequeño Coco se despertara. - Ay mira lo que haces mujer, despiertas al niño.
- Pero tu fuiste la que... - "Shht" fue lo que le respondió la contraria para interrumpirla. - Yo solo... - "Ah, pa pa..." volvió a callarla, ahora acercando su mano su boca, Hiroko esquivo el tacto y decidió callarse.
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Sí, somos mujeres
FanfictionHiroko y Micaela se encuentran lidiando con sus sentimientos en lo que se la pasan saltando de un mundo a otro. (One shots relacionados a la historia principal)