8. Otra perspectiva

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Ambas chicas se encontraban cruzando por el puente de flores.

Durante el camino al panteón, Micaela se perdió en sus pensamientos, recordando el porqué estaban ahí y quién había sido el responsable, y solo con eso volvió a estar de mal humor. Mientras Hiroko se encontraba mirando a su alrededor, asombrada de ver aquel colorido mundo.

"Sí, es exactamente como Micaela lo describió."

La mayor veía asombrada a los alebrijes a lo lejos, mientras que la menor daba pasos firmes sobre los pétalos. Hiro no se había dado cuenta de la rabieta silenciosa que estaba haciendo Mica, hasta que sintió un fuerte apretón en su mano.

- Ah... Micaela. - Le llamó Hamada saliendo de su asombro momentáneo. - Hey, ¿estás bien?

- Sí, solo... - Suavizó su agarre al escuchar la voz de su amiga. - Solo sigo algo enojada por lo que hizo Ismael.

Oh no..."Ismael". No, no Papá Ismael. Solo ISMAEL, así, a secas... En verdad está molesta.

- Llegaremos con él y podrás desahogarte todo lo que quieras. -Le dio animos para descargar su temperamento sobre su tatarabuelo, pero en cambio ella, le tenía miedo y en serio no quería volver a interactuar con él. - Y hablando de eso... este lugar es enorme, ¿Cómo vamos a encontrar a tu familia? 

- Fácil, Delta nos llevará. - Apuntó a su cachorra que ahora se encontraba envuelta en colores fosforescentes como el resto de los alebrijes. - Es un guía espiritual, siempre me lleva hasta las personas con las que debo estar.

- No pueDE SER, ¡¿ESA ES DELTA?! - Exclamó con sorpresa y se agachó a verla detenidamente. Por estar viendo a su alrededor, ni cuenta se había dado de la nueva apariencia del animal. - ¡WOW, se ve hermosa! ¡Y tiene alas!

Las tres detuvieron su caminata porque Hiroko no paraba de ver cada detalle en el cuerpo del animal. Acariciando el lomo y orejas de la cachorra mientras esta se encontraba felizmente moviendo su cola por recibir cariños y halagos.

Micaela solo las observaba, riendo calmadamente. Parte de su enojo se calmó al recordar que Delta le había guiado hasta Hiroko justamente el día anterior... y cuando se conocieron... e incluso las hizo hacer las pases en una pelea tonta que tuvieron el año pasado... De alguna manera, su canina amiga siempre buscaba la manera de juntarlas. 

Terminaron de cruzar el puente y se les ofreció algo de maquillaje por parte de las autoridades para que el par pase desapercibido en lo que encontraban a su familia. Últimamente, habían más casos de humanos cruzando a aquel plano y ya estaban listos para situaciones así, solo que accedieron a dejarlas continuar solas por que contaban con un guía espiritual.

Para finalizar su "camuflaje de muerto" ambas chicas ocultaron sus orejas, Micaela con el gorro de su suéter y Hiroko tuvo que soltarse el cabello.

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El esqueleto canoso vestido de morado se encontraba caminando de un lado a otro en la sala de su hogar, mientras su hijo lo veía con una expresión de preocupación, sintiendo un doloroso sentimiento de deja vú al ver a su padre esperando por que volviera su madre.

- Papá, Julia y yo alcanzaremos a los demás en el Amanecer Espectacular. - Anunció Coco. - ¿Quieres acompañarnos?

- No mijo, gracias pero... - Negó con la cabeza y suspiró cansado, solo para preguntarse por millonésima vez: - ¿Y si ella vuelve y no encuentra a nadie?

- Papá... - Murmuró el pequeño esqueleto. - Volverá, mamá solo está molesta... dale tiempo y...

- Tengo que estar aquí para cuando llegue. - Escuchó decir a su padre, volviendo a recordarle su triste infancia. - Pronto se dará cuenta de que hice bien y... volverá, y yo estaré aquí para recibirla.

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