La niña de cabello corto veía al resto de sus compañeros ponerse emocionales por el último día de clases.
Los infantes estaban abrazándose, rayando y decorando sus uniformes con sus nombres, unos aguantandose las emociones y otros rompiendo en llanto. No era como si no fueran a verse nunca más, pero igual, les daba sentimiento no volver a ver a sus primeros amigos. La primaria les tomó 6 años de sus jovenes vidas, en la cual, conocieron a uno o varios compañeros a fondo, y es triste decirles "adiós".
Micaela no compartía tales sentimientos.
Sus amigos más cercanos los había conocido bien hasta hace pocos meses, y la mayoría de estos entrarían a la misma secundaria a la que ella aplicó. No se sentía igual de abrumada por sus compañeros... pero aún así, sabía lo que eso se sentía.
Aún recuerda lo rápido que se encariñó con Hiroko y lo fuerte que fue aquel último abrazo. Llevaba conociendo a Hiro desde menos tiempo que a sus compañeros, pero, como Micaela ya lo había mencionado en su platica mañanera con su padre: "ella destaca".
Y hablando de destacar...
- Tu uniforme está vacío. - Escuchó detrás de ella.
Al voltear, se dio cuenta de quien se trataba... "nadie". Así le gustaba categorizar a su, ahora, excompañera de clases que solía entretenerse molestándola, por que su estricta familia le hacía destacar.
- No quiero que me lo ensucien. - Respondió cortante y retomó su camino a la salida.
Ya se habían acabado las clases, y Mica sentía que sobraba entre todos sus compañeros, por lo que decidió retirarse a su hogar, pero "nadie" decidió hacerle burla una ultima vez.
- Ay claro... solo admite que no tienes amigos.
- Sí tengo amigos...
- Entonces ¿Porqué nadie puso su nombre en tu uniforme?
Por que se fue antes de que sus amigos si quiera se dieran cuenta de que la camisa de Mica seguía en blanco, y sin despedirse... ahora que lo piensa, ella fue quien se excluyó a sí misma, no fueron sus amigos como su molesta excompañera cree.
Seguió caminando, intentando ignorar a la niña, solo fue cuestión de tiempo para que se aburriera y le dejara en paz.
Se puso a pensar en su mejor amiga, a la que pronto recibiría en su hogar dentro de unas horas.
De pronto un par de manos desconocidas taparon sus ojos, y sintió completo terror al notar lo pesadas que eran. Viendo como estaba la situación en su país, temió por lo peor... Hasta que...
- Guess who... (Adivina quién soy...) - Esa persona murmuró a su oído, y al reconocer esa voz, no solo se sintió aliviada, también sentía su rostro más caluroso. - Oh crap!, are you...? (¡Oh diablos! ¿Estás...?) Ahm... ¿Estás enferma?
Hiroko apartó sus manos al sentir el rostro de Micaela más cálido de lo normal, y la tomó por los hombros para voltearla y verla directamente.
- Estás muy roja, ¿Viniste a la escuela así de mal? - Cuestionó preocupada poniendo su mano en la rojiza frente de su amiga. - ¿Micaela...?
- Y-yo... - Las palabras se le atoraron en la garganta ante su presencia.
Le parecía irreal volver a verla, a escucharla, sentirla, estaba tan cerca de nuevo... Se abalanzó a la mayor, alzando sus talones para alcanzarla.
- I missed you so much Greñuda.. - Dijo con cariño rodeando el cuello de la mayor.
- Yo también te extrañe Trencitas. - Respondió con el mismo tono, palpando la espalda de la menor. - Aunque... con ese corte, no creo que te puedas hacer trencitas.
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Sí, somos mujeres
FanfictionHiroko y Micaela se encuentran lidiando con sus sentimientos en lo que se la pasan saltando de un mundo a otro. (One shots relacionados a la historia principal)