10. Dulce sabor (Parte 1)

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Advertencia...

Eh, hay mucha violencia(?)
Espero no lo disfruten jajsjs

~~

Poco a poco recobró la conciencia, escuchando música y bullicio a lo lejos, y unas calmadas aguas frente a ella.

- ¿Hiro...? - Murmuró, abriendo los ojos para buscar con la mirada a su querida amiga, pero no pudo ver más allá de un par de esqueléticos pies. - ¿D-donde estoy...?

- Estamos donde mi legado terminó. - Dijo una familiar voz. - Solo que... unos metros más abajo.

Micaela levantó la mirada y se topó con la molesta expresión de una vieja enemiga... Ernestina De La Cruz.

Suponía que estaban en la parte trasera del gran estadio en donde se llevaba a cabo el amanecer espectacular.

- Tu... - Murmuró en un tono lleno de odio. - ¡¿Dónde está Hiroko?!

- Ni idea. - La mayor se encogió de hombros. - La ultima vez que la vi estaba ahogándose junto con tu perra en el Barrio de los olvidados.

Por un momento, Micaela le creyó y se preocupó por sus amigas, pero recordó lo fuerte que es Hiroko y todas las cosas que ha soportado a lo largo de ese mismo año.

Cambió su semblante preocupado a uno más calmado.

- Pfft... como si algo de agua pudiese detener a Hiro. - Rodó los ojos y le regaló una sonrisa burlona a la mujer.

- Tu amiga muy posiblemente esté muerta. - Sentenció con rencor.

- Ay, que pena, que triste, como sufro por tremendas revelaciones completamente creíbles. - Se lamentó irónicamente.

Dichas expresiónes molestaron aún más a la mayor, porque todo lo que buscaba hacer era ver a Micaela llorar y sufrir, quería quitarle todo, así como esa mocosa había hecho con su reputación... y ahora no solo tenía el coraje de levantarle la voz, si no que ahora también se encontraba creyéndose superior y burlándose de ella.

- Escúchame bien, pequeña amenaza... - Tomó firmemente del corto cabello de la chica para que se pusiera de pie, haciéndole gruñir del dolor. - Desde que viniste a hacer tu berrinche solo he sido objeto de burla de todos estos putrefactos pendejos.

- ¡Me alegra saberlo! ¡Ahg! - Comentó entre quejidos mientras la mujer le obligaba a caminar y ella forcejeaba por liberarse inútilmente.

- ¡Cállate! - Ordenó mientras le arrojaba al suelo de nuevo, solo que ahora, en el cuerpo de agua de poca profundidad que se encontraba cerca de ellas. - Tampoco seré TU objeto de burla.

- Creo... que es un poco tarde para eso... - Rio por lo bajo acariciando su cabeza, mientras le veía con rencor.- Pinche anciana.

La mujer se sorprendió de lo poco intimidante que parecía ser ante la niña viva, tanto así, que se atrevía a maldecirle.

- ¿Con esa boca besas a tu noviecita? - Se agachó y volvió a agarrar del cabello de Micaela. - Tendremos que lavarte bien esa boquita, a ver si así se te quita lo malcriada.

No había ni terminado su frase y ya había sumergido la cabeza de Micaela en el agua. Intentó usar sus manos para zafarse, pero Ernestina usó su mano libre para retenerlos. Después de algunos forcejeos, la sacó para que respirara.

- Aahhg... c-culera... - Volvió a insultarle la niña en lo que recuperaba el aire.

Ernestina no le dejo recuperarse y volvió a sumergirla en el agua. Repitió esto un par de veces más, notando que los forcejeos de Micaela eran cada vez más débiles después de sofocarla un poco.

Sí, somos mujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora