Cambios

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Aclaraciones:

*Este capitulo se lleva a cabo desde mediados y finales de 2017, hasta principios y mediados de 2018.

*En este lapso, Hiro y Mica cumplen 13 y 12 años, respectivamente.

*Prima Rosa = Primo Rosario

*Primo Abel = Prima Abigail

*Ya no va a haber spanglish... Al menos no en este capítulo.


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El verano había acabado, los Hamada se fueron y los Rivera les aseguraron estadía para la próxima vez que decidan volver, pero los dos miembros más apegados de ambas familias, por muchas promesas que se hayan hecho de reunirse de nuevo, se encontraban tristes por volver a sus rutinas escolares.

Hiroko volvía a la preparatoria, donde era vista como un estorbo por ser joven o una engreída por ser inteligente. Micaela también volvió a clases, y claro, no lidiaba con el mismo problema de saltarse años como los de Hiro, pero aún así, tampoco tenía una buena reputación entre sus compañeros gracias a la prohibición de música en su familia.
Pero aún con la distancia y la horrible vida escolar, todo se sentía más llevadero con escuchar sus voces a través vez de sus respectivos teléfonos cada noche.

- Adivina con qué te estoy llamando Greñuda... - Preguntó Micaela con voz juguetona.

- Por lo que oigo... no con un teléfono público esta vez. - Contestó Hiroko notando el cambio de la calidad de llamada. Micaela se carcajeó por su comentario.

- ¡Mis padres me dieron mi propio celular! - Anunció optimista

- Great! - Vitoreó Hamada, aliviada de que Mica ya no ocupe recurrir a teléfonos públicos a altas horas de la noche.

- Es usado, pero ahora no tendré que salir de mi cuarto o de la casa para poder llamarte.

- Me parece estupendo, Trencitas. - Murmuró cariñosa. - ¿Te lo dieron por tu cumpleaños?

- Sí, me lo quisieron dar un poco antes... y que bueno, así puedo darte un buen regalo.

Sin entender muy bien a lo que se refería su amiga, Hiro preguntó y Mica empezó a cantarle las mañanitas. En Santa Cecilia ya era 12 de Septiembre desde hace 2 horas, pero apenas estaba llegando la media noche a San Fransokio... Hiroko estaba cumpliendo 13 años.

Durante todos esos meses no había vuelto a escuchar la voz de Rivera cantándole al oido. No tenía la oportunidad de hacerlo desde su sala aunque todos estuviesen dormidos, o en la calle por que no le gustaba estar fuera mucho tiempo... pero ahora la pequeña aspirante a músico no tenía porque apresurarse a terminar la llamada o preocuparse a que alguien la escuche, estaba segura y cómoda en su pequeño escondite, aquel al que iba a despejarse de su estricta familia y groseros compañeros, tocando su guitarra, viendo películas, escuchando música o a veces solo tomar una siesta junto a su fiel cachorrita.

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Pero no todo iba a mantenerse igual.

Aquel santuario musical no se mantendría escondido, su gusto prohibido dejaría de ser un secreto, sus padres no siempre se podrían de su lado... y no todas las noches tendría la oportunidad de llamarle a su mejor amiga.

Sí, somos mujeresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora