Treinta y dos || JeongLix

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Jeongin veía como el paisaje pasaba por la ventana del asiento trasero del automóvil de sus papás. El pelinegro tenía los audífonos puestos, dejando que la música sonara con la suficiente fuerza para olvidar a donde se dirigía.

—¡Yang Jeongin!— gritó la señora Yang, con suficiente fuerza para que el menor escuchara el llamado a través de la letra de la canción. El pelinegro quitó ambos audífonos y pausó la canción.

—¿Qué pasa mamá?— preguntó Jeongin.

—Pues no sé qué pasa contigo Jeongin, bájale a esa música que te vas a quedar sordo— el menor rodó los ojos con notorio fastidio —aunque me hagas esas caras. Te decía que ya en tres minutos llegamos.

—Yo no quería venir— se quejó el pelinegro, siendo ignorado completamente por sus progenitores.

Tal y como la señora Yang lo anunció, en tres minutos llegaron a la residencia de los Lee.

La familia bajó y se dirigió a la puerta. Fue el señor Yang quien procedió a tocar el timbre del hogar ajeno.

La puerta de la residencia Lee fue abierta por la señora Lee dando la bienvenida a sus invitados.

Pero lejos de escuchar el saludo de la mayor, Jeongin solo se pudo concentrar en el sonido de una guitarra siendo tocada.

El menor se sentía más pesado, la respiración algo errática y su pulso estaba acelerado. El sonido de esa guitarra significaba una sola cosa: Felix había vuelto y estaba adentro.

Lee Felix y Yang Jeongin eran amigos desde pequeños ya que sus padres también eran grandes amigos. Pronto esa amistad se convirtió en una atracción entre ambos chicos, quienes supieron identificar enseguida sentían algo uno por el otro.

Pero las cosas no salieron para nada bien entre ellos dos.

Unos meses después de que ambos chicos confesaran sus sentimientos, fue el australiano quien comenzó a salir con una chica a pesar de no sentir nada por ella. Fue el miedo a que su sexualidad fuera descubierta la causa de tal acción por su parte.

No fue sorpresa para el rubio que Yang dejara de hablarle y le mandara múltiples mensajes diciendo que era un idiota y lo odiaba, así que ellos no volvieron a hablarse más después de que el menor se enterara del nuevo noviazgo entre su enamorado y Lee Chaeryeong.

Jeongin estaba herido por las acciones de su contrario, así que trataba de a poco matar sus sentimientos por el pecoso. Sentía no ganaba nada puesto que Lee ya le había demostrado no le importaba lo que sentía.

Un día Jeongin se enteró por platicas de sus padres que Felix se iría a Australia a estudiar un tiempo allá. El azabache pensó era su oportunidad de por fin sanar su corazón, el no ver a Felix le ayudaría a superarlo.

O al menos eso pensó él, estando grandemente equivocado.

Yang pasaba los días pensando en Lee, en como estaría, como irían las cosas por el oceánico país donde su antiguo amor estaba y sobre todo si el amor había llegado a su vida, llegando a olvidarse por completo de lo que algún día ellos tuvieron.

El tiempo pronto ayudó a que estas preguntas desaparecieran gradualmente de la mente del menor, volviendo a él solo cuando veía alguna publicación de Lee en sus redes sociales o sus padres mencionaban algo relacionado a Felix.

Yang sentía que por fin el tema fue superado, pero ahora se encontraba ahí parado frente a la casa de los Lee, con un gran temor a entrar para encontrarse con su pasado.

—Jeongin ¿Qué pasa cariño?— preguntó amablemente la señora Lee al ver que el menor seguía congelado en su lugar y no entraba a su casa.

—Discúlpeme señora, me quedé absorto en mis pensamientos— se disculpó el azabache, entrando prontamente al hogar.

One shots || Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora