Capítulo 18

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No confíes en nadie, recuerda que el diablo alguna vez fue angel.



Hilo rojo.


(Luna)

Nadie se atrevía hablar de lo sucedido, caminábamos por los pasillos ya solitarios del internado con Gabriel en brazos, el pobre chico tenía la cara pálida y le temblaban las manos, sus muecas de náuseas habían disminuido un poco, pero no del todo.

— Nos vemos mañana — Eso fue lo último que dijo antes de desaparecer en su dormitorio.

"Parece muerto"

Cruzamos miradas entre Victoria y yo, ninguna dijo nada, y eso me dio a entender que no quería hablar, y la verdad yo tampoco.
Solo nos dijimos un, hasta mañana, y desapareció por los pasillos sombríos, sus zapatos hacían eco, su forma tan chistosa de caminar meniando las caderas y su largo cabello rubio dándole un forma de reloj.

Poco a poco deje de escuchar sus pisada y eso me indico que ya era hora de irme a la cama, y no precisamente a dormir.

"Esta va a hacer una noche muy larga"

La lámpara iluminaba mi escritorio todo revuelto de hojas rayadas, parecía una loca, en una esquina me senté y las hojas esparcidas en el suelo me revolvían el cerebro.
La verdad no se que estoy haciendo, no se que hago con mi vida, no se que pasa, no se que pasará en el futuro, pero de algo estoy segura, estoy al borde de la muerte, al borde de la locura.

Y no me importa, mi amiga la curiosidad me ve desde el otro extremo, con una gran sonrisa, me asusta pero no hago nada más que contemplarla.

Veo el libro que me robé de la biblioteca del pueblo, si, me lo robé, descubrí que era tinta invisible así que, puse a calentar la plancha de pelo que me regaló Victoria aquel día del mejor amigo.
Cuando calentó le exprimi un limón y bamm, salió a la luz todo lo invisible.

Eran fórmulas, descripciones de animales, como si un diario de campo se tratara, esperaba más, pero lo dejé como evidencia, ¿para qué?, no se.

Empecé a recoger hoja por hoja, con el bulto de papelería en mi escritorio me le quedé viendo al ropero, ladie la cabeza un poco haciendo que unos cuantos mechones se desacomodaran de mi oreja.

Dure unos cuantos minutos en reaccionar, cuando se me vino una idea muy obsesiva.

Mis piernas temblaron al momento de empujar el ropero, eso me hizo confirmar que no estoy en forma, pero con el poco esfuerzo y tratando de no hacer ruido, pude moverlo, dando la pared limpia.

Mire el reloj sobre el buro alado de mi cama.

2:45 a.m.

Como quiera no tenía planeado dormir, del escritorio saqué un hilo rojo, tijeras y pinchos.
Me senté en el suelo con las piernas cruzadas, miraba la pared como un gran mapa en blanco.

Agarré un cuaderno viejo para hacer anotaciones, la pluma estaba toda ruñida por estarla mordiendo por la ansiedad.

Una hoja, y después otra y otra más, el hilo se estiraba de extremo a extremo, recortes de periódicos se encontraban en el suelo, me llegue a pinchar el dedo donde brotó un hilo fino de sangre, miré la fotografía de mi hermana y yo con mi conejo blanco, con desesperación le quité el marco y salió la foto intacta, con mi dedo manchado de sangre dejé caer una gota sobre la imagen de mi hermana, donde se impregnó en segundos.
La foto la pegue a un costado de el mapa de Villa Oscura, donde se marcaba en un gran círculos rojos en internado y alado un alfiler rojo donde marcaba el bosque.

ENFERMOS [Hasta el lado oscuro tiene colores]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora