ENFERMOS [Hasta el lado oscuro tiene colores]

Capítulo 25

Zalme

(Luna)

La cachetada y las palabras se hacían eco en mi mente.
Esto no puede estar pasando, ¿o si?.

Hice a un lado Victoria  y Melany, eso no era lo que tenía en mente.

Entonces una pieza falsa se formuló en mi, digo en falsa, porque no puede ser cierto.

Si Victoria y Melany son hermanastra, entonces, el director es su padrastro, el padrastro de Victoria.
Y, si el director hace el tratado con esas personas y lo sabe todo, Tatiana lo sabe, Melany también, y entonces...

Victoria.

Mi boca se secó por completo.
Levanto cuidadosamente la cabeza y me dirijo a Tatiana.

Quien, aterradoramente me mira con sus ojos grandes, eso que paresen de porcelana, es más, ella parece una muñequita tétrica.
Esa que te acecha por las noches.

Ella me nega lentamente, como si me pudiera leer la mente.

¿Entonces Victoria no está enterada de lo que hacen?

Doy una mirada a las dos peli rubias, y vuelvo a mirar a la chica que trae un listón negro en el cuello.
Ella me sigue negando, lento y sigilosamente.

Una vez el diablo fue angel.

Confiar en la mejor amiga, muchas no lo dudarían, pero. Confiar en Victoria.

— Tu y yo somos tan distintas, no te confundas — La voz firme de la rubia me saco de mis pensamientos.
— No compartimos la ropa, ni la familia, ni el apellido. Mucho menos el dinero — Los ojos de Victoria eran más oscuro de lo normal y eso era cautivante pero al igual aterrador.

— Así que, conoce tu lugar — Melany quito su mano de su mejilla, se alcanzó a apreciar como una pequeña mancha roja palpitaba.

— ¿Solo es por el dinero?, ¡eh!, solo te interesa el dinero.

No había diferencia en altura, así que estaban al filo de lo golpes.

— Lo que me interesa es pudrirme en dinero, fuera de eso, no me interesa nada — Victoria se alejó, como si no hubiera pasado nada, se sentó y se dispuso a leer una revista.

En cambio, Melany rara y sorprendentemente se sentó con nosotros, mientras tanto, Tatiana permaneció parada, al lado de aquella chica insoportable, Tatiana no se movía, parecía un pequeño soldadito, su mirada estaba perdida en el suelo y sus delgadas manos detrás de ella.

Los minutos pasaban, y eso era lo que me deseperaba, no soy muy paciente, estoy sentada y callada como un maniquí, no tengo respuesta, y. ¡¡Dios santo!!, mi cabeza es un caos.

— Victoria, ya te dije que tu perfume me gusta — Melany fue la que rompió el sigiloso silencio, de una manera, ¿extraña?

Entonces lo noto, estar con esta chica era un descontrol de la presión, me sentí pálida por un segundo.
Todos, los tres, no, los cuatro, nos percatamos de ese comentario.

No dijo nada, los cuatro estábamos ocupados en perder la vista en algo.

Ella, ¿sabía?.

No, ella no puede ser tan, analítica, nadie puede acordarse así de bien.

(...)

Los oficiales seguían con los interrogatorios, y eso los hacían ver tan falsos.
No puede ser posible que ahora les interese lo que está ocurriendo, después de días, semanas, meses y algunos cuantos años.

Ahora se toman la molestia de tomar cartas en el asunto.
Hipocresía.

Me siento impostora, me siento sucia, una traidora, no esta bien que gente inocente este siento llevada a declarar algo que no hicieron.
Cuando la únicos culpables somos nosotros.

Si, lo reconocemos, esto esta rotundamente mal, devastante, repugnante, asqueroso, y todo lo que termine en mal.
Todo lo que emos echo, no tiene un perdón, para algunos es fácil perdonar, pero cargar con la culpa y el remordimiento.

Es como si te estuvieran clavando un clavo en la Palma de la mano.
Con un martillo grande y pesado, pero no golpes rápidos, si no, lentos y pausados, una tortura desesperante.

Perdonar y olvidar.

Dos palabras que se me atoran en la garganta y se hacen nudo.
Ese nudo que te impide respirar.

Ahora veo por la ventana, veo como dos gotas de agua resbalan, esta lloviendo ligeramente, una lluvia tranquila.

¿Porqué, esta lloviendo?.

Me gusta la lluvia, más no me gusta mogarme, es más, odio la lluvia.
Pero a la vez la amo, la lluvia te relaja, tanto que te puede quitar la vida.

Una lluvia serena, esas que te hacen dormir esas que te arrulla con la brisa y te cuentan secretos.
Dos lágrimas resbalan de mi cara, ahora.

¿Porqué estoy llorando?

Me siento en el rincón de mi cama y me pongo a pensar.

¿Porque no puedo ser como las demás chicas?.
Esas chicas que se visten con glamur, que tienen carros, celulares y ropa de amonton, no estoy diciendo que no tenga dinero.

Pero, ¿porqué estoy aquí?, en un internado del asco, donde me pueden matar en cualquier momento, donde tengo que sobre pensar las cosas para no acabar varada en algún lugar.
Y en si, ¿porqué estoy aquí?

No soy tan diferente a las demás, soy una chica con estatura promedio, una edad en que puedo disfrutar de las cosas, mi cuerpo es relativamente como cualquier chica de mi edad, tengo la cuenta bancaria disponible, tengo una familia.

No tengo su atención, aunque solo la tengo te adorno, tengo amigos con quien comparto recuerdos y buenos momentos.

Como aquella vez que comimos malvaviscos hasta vomitar, aquella vez que nos volvimos estafadores en el bar, cuando ganamos más de mil cupones y los intercambiamos por un panda gigante en la feria de las fresas.

El problema es, sobre pienso las cosas, ese es el maldito problema, no paro de pensar, es lo que me detiene de ser libre.
Eso y estar aquí encerrada sin escapatoria de este tétrico y sombrío internado.
Eso y en que no puedo dejar ir el reflejo de mi hermana.

Quien a raíz de ella, sucedieron los traumas, eso, eso es lo que me impide ser normal.

Totalmente cansada, totalmente desgastada, pero no me queda de otra.
Más que seguir.

Y eso es lo que iba a hacer, seguir, porque este gran hoyo de cap y cap interminables de secretos, tienen que salir a la luz.

Y no voy a parar, no voy a parar, no voy a parar, no voy a parar, no voy a parar.

Me comprometí a sacar a la luz todo lo que se debió de haber echo desde hace años, cobraré venganza por muchas almas.
Y si no encuentro nada, y si no hay respuesta, no hay salida, todo se habrá acabado.

Cometieron dos grandes errores.

Uno.

Al haberme internado en este lugar.

Dos.

Al haberse topado con una Zalme.