Capítulo 26

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×Diminutos Errores×

Camino hacia Antigua Corona, Varian no dirigió ninguna palabra, cuando (T/N) le contó lo sucedido evitó hacer más corajes, sólo expresó un seco ademán de ida y de ahí cerró la boca. Al llegar a casa el alquimista fue directamente a su habitación e inundó su cabeza sobre la almohada.

(T/N) estaba preocupada, sí, su proyecto resultó un fracaso por meterse en el área que no le correspondía, mas era parte de equivocarse y aprender algo nuevo para evitar que se repita en el futuro; por ahora era mejor descansar.

Al día siguiente, la chica se concentraba en su trabajo en las huertas, inspeccionaba que las verduras tuvieran un buen crecimiento y sin rastro de alguna plaga, luego se dispuso a recoger fresas y de ahí apareció Rudiger, le sonrió y juntó a él recolectaban los frutos de los arbustos aunque a veces el mapache los comía en vez de colocarlos en la canasta. Entonces, detrás suyo sentía una presencia y al ver a Rudiger correr a su dirección supo de quién se trataba. Tragó saliva, quería disculparse de lo sucedido pero desconocía si era el momento correcto para decirlo. Varian se sentó a unos centímetros de ella y veía que fresas estaban maduras, no emitía ninguna palabra, estaba juzgando en silencio con una mirada seria. Era sumamente incómodo, o al menos así se sentía (T/N).

Rudiger volteaba su mirada de un lugar a otro al par de jóvenes, confundido por su falta de interacción y luego chilló por el nerviosismo de la inventora. Por la cabeza de (T/N) pasaban muchas cosas, imaginaba millones de escenarios en que Varian la regañaba, ofendía o incluso terminaría su relación; a pesar de que el alquimista no era así, la inseguridad en ese momento la invadió por completo, pero el suave pelaje del mapache al pasar por sus manos la hizo volver en sí, respiró hondo y giró hacia al contrario, éste tenía los ojos cerrados con un ceño flojo.

—Lo siento—habló Varian sin cambiar su semblante —. No tenía que desquitarme contigo por lo que sucedió anoche.

—Yo soy la que debe disculparse— soltó (T/N), acariciaba al mamífero para relajarse mejor —. Comprendo si estás enojado por el error que cometí, debía mantenerme en mi lu...

—¡(T/N) tengo miedo de perderte!— confesó Varian, enojado —. No quiero que vuelva a suceder los mismo con mi padre, mi gente, tú.

La furia del alquimista se debía al miedo que tenía de perder a sus seres amados, sabía que estaban en una guerra que se desataría en cualquier momento y correrían peligro sus vidas, estaba furioso de que no podía gozar su juventud sin tener que esconderse de constantes amenazas, que sus planes fueran tomados como broma le causaba más inquietud.

(T/N) lo rodeó en sus brazos, tratando de exprimir el sentimiento negativo, ahora comprendía mejor la situación que su pareja enfrentaba:

—Te prometo que haremos una mejor arma y ganaremos la batalla— susurraba a su oído —. Y esta vez lo haremos bien.

Se mantuvieron abrazados por un largo rato, sanando el dolor con amor. Sólo se trataban de diminutos errores que podían ser corregidos intentándolo de nuevo, tarde o temprano toda Corona volvería a la felicidad de antes, sin el miedo constante de una invasión. Y cuando todo termine la gente gozaría de sus vidas como el par de inventores.



Cuando Las Luces Se Apaguen (Varian x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora