Capítulo I "La protegida de un ángel"

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Mickael

Transcurría el viernes 5 de diciembre de 2023, cuando Menahem, el Espíritu de la Verdad, también llamado por los cristianos Espíritu Santo, vino a mí para asignarme una protegida; su nombre era Rosie Winslow.

Existía un año en específico, que solo era conocido por Dios, en el que me asignaban un nuevo protegido. «El nombre que me asignaron desde mi creación era Mickael, pertenecía a la jerarquía de Ángeles Guardianes, y me consideraban el Ángel más antiguo; por esa razón, en mi informe de protección conservaba más llaves que cualquier otro Ángel en la historia de Dios». Menahem, como guía espiritual de los humanos, solo cumplía su propósito como guía, pero tampoco conocía cada cuanto tiempo me establecían a alguien. Se encargaba de llevarme a esa persona y de otorgarme una llave espiritual, según Menahem, que me daba acceso al mundo interior de aquel ser humano, y solo podía entrar en ella mediante puertas; tenía la capacidad para acceder a su mente, pensamientos, sentimientos, decisiones; incluso me daba la oportunidad de intervenir en su interior en tal caso de ser completamente necesario, PERO, casi nunca lo era.

Por otro lado, había una única puerta, que, a pesar de su existencia, nosotros teníamos prohibido atravesarla, pero nadie nos decía para qué exactamente funcionaba aquella puerta, ya que solo unos pocos ángeles de muchos años atrás habían podido usarla, pero muy pocos han salido victoriosos. «Me pregunto, ¿qué pasaría si llevara a cabo la misión de no obedecer y pasar por aquella misteriosa e intrigante puerta?», me dije a mí mismo.

Algo que quizá no haría.

— ¿Existe una excepción? —pregunté con intriga.

—Has hecho esa pregunta muchas veces —respondió Menahem viéndome con seriedad—, así como también te la he respondido muchas veces. No entiendo para qué haces tanto esa pregunta.

—Ya lo sé —expuse, aun esperando su respuesta.

—Sí la hay, la única manera de que atravieses aquella puerta es si tú protegido o protegida se ve en un peligro en el que sea extremadamente necesario que intervengas. Solo sería en última estancia, porque sabes que existen otras formas de ayudar; enviar policías, amigos, personas cercanas, o distracciones para evitar cualquier desastre.

—Me queda claro.

— ¿Estás seguro?

—No —respondí, sonrojado.

— ¿Quieres decir que esa puerta es la única forma de ayudarla? —Inquirí, confundido—, pero si antes lo he hecho.

—No es una ayuda espiritual —respondió Menahem con aquella expresión de seriedad que me resultaba inquietante, siempre había una verdad oculta en aquella mirada perdida.

—Entonces, ¿cuál es su función?

Menahem me miró fijamente, y no respondió absolutamente nada. Puse los ojos en blanco.

—Bien, ya lo entendí, no debo entrar.

—Bien...

—Pero...—y cuando justo lo iba a decir, desapareció. « ¡Detesto que haga eso!».

Era extraño para mí a veces pensar que en mi poder había tenido 13.814 llaves de vidas, pero lo más interesante de todo esto era que podía recordar cada vida, personalidad, y muerte. Cualquiera se sorprendería de la cantidad de temperamentos que existían en cada ser humano que protegí, «y ahora sería Rosie Winslow», pensé para mí. Cada vida era un misterio que tenía que descubrir, su destino final, no lo conocía, pero entendía su presente. Mi trabajo en su vida era protegerlos, guiarlos cuando el enemigo externo e interno quisiera intervenir en el propósito de cada humano.

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