Rosie
De alguna manera, obtuve la fuerza que necesitaba en ese momento para atacar a aquellos demonios. Me levanté, subí las escaleras rápidamente y corrí hasta los demonios sin pensarlo, Kareff se alarmó al verme, pero él solo tenía miedo de que me hicieran daño.
Corrí hasta uno de los demonios que había volteado para evitar que lo atacase, y lo abofeteé con una patada. El otro se abalanzó hasta a mí y con un puñal que había agarrado de la mesa se lo clavé en el cuello. No le hacía daño, pero sí lo distraía mientras buscaba el arma real.
Corrí hasta Kareff y le solté las manos, pero uno de los demonios me agarró por el cuello y me batuqueó contra el suelo. Me quejé del dolor, pero mi resistencia se había elevado, me levanté y con la mirada busqué rápidamente el arma mata demonios con la que Kareff me había apuntado antes; cuando la vi corrí hasta ella, pero cuando estuve a punto de agarrarla uno de los demonios me apuntó con una daga.
—No te muevas —me dijo él—. Voltéate y levanta las manos.
Al hacerlo, los miré nerviosa. No iba a dar todo por perdido, pero estaba más cerca de morir que de sobrevivir, así que empecé a respirar rápidamente intentando buscar una solución en mi mente.
— ¿Por qué te resistes tanto? —me preguntó él.
— ¿A qué te refieres? —le dije mientras veía su arma apuntarme.
—No te hagas la estúpida —me expresó él—. Tú sabes lo que buscamos, la última llave.
—No pienso dárselas.
Él se enfadó y me apuntó hacia el cuello tan fuerte, que la punta pudo llegar a herir mi piel, a tal nivel de comenzar a sangrar. No era demasiado, pero sí lo suficiente como para sentirme más cerca de la muerte.
— ¿Crees que esto es un juego? Esa llave abre...
—Silencio —le dijo, el compañero que antes había apuñalado en el cuello. Él se quitó el puñal, y lo lanzó al suelo, entonces comenzó a sanar poco a poco.
»No tienes por qué darle explicaciones, no tiene que saberlo.
— ¿Por qué no? ¿No se supone que me pertenece? ¿Son tan egoístas como para no compartirlo conmigo?
Ambos voltearon a verse para reírse, y fue mi oportunidad, para agarrar el brazo de aquel demonio y romperlo. «No lo hice por completo, ya que necesitaría una fuerza más superior a la que tenía en ese momento, y no llegaba hasta ahí». Él gritó lleno de furia y sufrimiento, por otro lado, su compañero lo veía retorcerse de dolor, no aguantó su ira y corrió hasta a mí, pero Kareff se atravesó y lo golpeó lo más fuerte que pudo.
Corrí hasta la mesa y agarré el arma. Cuando el demonio del brazo roto comenzó a levantarle, lo apunté con el arma en la frente y le disparé, automáticamente su cuerpo se volvió ceniza, sabía que el humano que poseía ya estaba muerto, por ello no me preocupé en no matarlo por completo. Con tan solo verlos pude percatarme de su figura real, no necesité los espejos.
—Rosie, si quieres puedo hacerlo —me dijo Kareff mientras sostenía por los dos brazos al otro demonio.
—No te preocupes, puedo hacerlo —le dije al sonreír y apuntar al demonio—. ¿Qué es lo que abre la llave?
—Igual vas a matarme.
—Sí, pero será más rápido que esto —le dije al dispararle en la pierna. Él se quejó y frunció el ceño lleno de dolor—. ¿Vas a decirme?
— ¡Púdrete! —me dijo, me enfadé y le disparé en la otra pierna.
— ¿Quieres que siga o vas a decirme?
Gotas de sudor se deslizaban por su rostro, estaba temblando debido al aguante de dolor que estaba haciendo en ese momento. No me gustaba ser despiadada, pero con demonios que mataron incluso a los que poseían, no podía ser de otra manera. Él me miró fijamente y no dijo nada, así que le disparé de nuevo, pero esta vez en el estómago, sabía que era el lugar donde más dolía.
Él cerró los ojos con fuerza, parecía dolerle demasiado. Respiró profundo y me miró a los ojos, al mismo tiempo que escupió sangre en el suelo.
— ¿Vas a decirme?
—Ya mátame de una vez.
—La siguiente irá a tus genitales —le dije, mirándolo con desagrado. En ese momento noté como Kareff se había sorprendido ante mi actitud—. Dime.
—Nosotros solo somos sirvientes, seguimos órdenes de superiores. A nosotros no nos importa tu llave, solo nos importa liberarnos de esa patética esclavitud absurda que tenemos con esas criaturas.
— ¿Por qué ellos insisten en tener la llave?
—Porque...—Él cerró los ojos aguantando el dolor—... Abre un portal.
Fruncí el ceño.
— ¿Qué portal?
— ¿Y yo qué voy a saber? Ellos no me dicen todo, es todo lo que sé —me respondió, pero sabía que estaba mintiendo, así que le apunté a la «zona prohibida» y él abrió los ojos alarmados. «¡Espera! —me gritó.»
— ¿Algo más que decir? —le dije sonriendo.
—Eres despiadada y malvada —me dijo al verme con desprecio.
— ¿Era lo que tenías que decirme? —le pregunté al apuntarle de nuevo.
—No, espera —expresó él, lleno de miedo—. Es un portal a una dimensión en donde se encuentra una especie de agua que han de beber, algo que los hará diferentes. Eso escuché, pero no fueron explícitos, siempre que usan términos más detallados, me sacaban de la habitación.
Lo miré pensativa, nada de lo que decía concordaba con lo que yo había asumido. Todo era totalmente diferente, bajé la mirada para ordenar mis ideas, y saber lo que iba a hacer, porque solo me quedaba huir como una rata, porque la llave estaba dentro de mí, así que, o mataba a quienes me estaban buscando, o huía hasta que me dejaran en paz. «Pero era imposible esa opción».
— ¿Cómo puedo detenerlos? ¿Hay alguna forma de matar a esos demonios?
Él se echó a reír.
— ¿Detenerlo? ¿Matarlos? ¿Demonios? —decía él con una risa burlona—. ¡Por favor! Esto no es una película de zombis que solo agarras una pistola, los matas en la cabeza y se acaba el juego, ellos son seres inmortales niña, y si llegas a encontrar una forma de acabar con ellos, espero que lo anotes en un libro y se los dejes a tus generaciones, lo van a necesitar.
—No, tiene que haber una forma de detenerlos. Siempre la hay.
—Suerte con eso.
—Los demonios son fáciles de matar.
Él negó con la cabeza.
— ¿Quién te dijo que eran demonios? —me preguntó él. Me quedé en silencio, no me lo esperaba—. ¿Crees que porque mandan a demonios a hacer el trabajo sucio significa que son como nosotros? Eres tan patética...
Me harté de sus expresiones, así que me acerqué a él y lo apunté en la frente con el arma. Él se puso nervioso, pero de igual manera sabía que iba a morir, así que del mismo modo, se relajó.
—Entonces ¿qué son? —le pregunté.
—Son Ángeles Oscuros.
—Un placer haber hablado contigo —le dije, al matarlo y aturdirme con el sonido del disparo.
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CAUTIVANTE
FantasyMickael, un ángel protector de almas, le asignaron a una chica llamada Sarah. Sarah Winslow era una joven que, tras pasar por un grave sufrimiento y varios episodios traumáticos en su vida, se vio obligada a tomar acciones perjudiciales y suicidas p...