Mickael
Mientras íbamos camino al edificio, hicimos algunas paradas necesarias. Por alguna razón, a Jael le dieron ganas de comer, así que fuimos por unas papas. Lo único negativo de todo, es que, al darle una pieza de oro al hombre de la tienda, este se quedó impresionado, y no sabía cómo regresarnos el cambio. «¿Cambio?, ¿qué es un cambio?», fue lo que le pregunté, pero lo dejé así y me fui. Nuestra moneda para usar en la humanidad, era el oro, no teníamos otra.
— ¿Estaba buena? —le pregunté a Jael mientras terminaba de comerse sus papitas.
—Sí, pero saben a partículas.
—Aunque tengas sensaciones y necesidades humanas, de todas formas, todo lo que hagas será extraño, porque siegues siendo ángel. No se va a sentir normal como lo sienten los humanos, por eso no como en este lugar.
— ¿Y no te da hambre?
—Sí, pero no es algo que necesite, por eso no me debilitaré, tampoco me desmayaré porque tenga el colesterol bajo. Debo aguantarme, pero eso era cuando venía aquí, tampoco tuve que hacerlo por mucho rato, es sencillo resistir.
Él me vio serio.
—Para mí no —expresó él al tocarse la barriga. De repente, escuché el sonido de su estómago rugir, fruncí el ceño extrañado—. ¿Por qué suena así? ¿Qué es eso?
—Creo que tienes que ir al baño —le expresé, mirándolo con desagrado. El dolor debe ser desagradable, me alegraba de no haber experimentado eso—. Eso es por comer tanta basura.
— ¡Sí, pero es que tenía hambre! —gritó él, cerrando los ojos del dolor.
— ¡Vuelve allá y pide el baño prestado! —expuse al señalarle de nuevo el restaurante de comida rápida. Él me vio con molestia y se fue corriendo.
Suspiré mirando a los lados. Mientras estaba en un puesto de gasolina, dos hombres «extraños», de lentes y vestidos de negro, se acercaron hasta a mí, y me miraron de arriba abajo.
— ¿Trabajas aquí? —me preguntó uno de ellos—. ¿Puedes llenarme la gasolina? Ten —Él extendió su mano hacia mí y me dio un billete de cinco dólares, lo tomé extrañado y no me quedó de otra que llenarle el tanque. Mientras esperaban, noté cómo sacaron una navaja con símbolos grabados en su hoja.
Me alarmé e intenté acércame más al auto disimuladamente, y en el momento en que pude hacerlo, vi que era un arma para matar cazadores de demonios. Abrí los ojos de par en par y me quedé pensativo. No estaba seguro de si se trataba de Rosie, pero tenía miedo de descubrir que así fuese. «Solo era un humano, ¿cómo iba a protegerla si había demonios buscándola?».
Me puse nervioso.
— ¿Ya está? —dijo el copiloto.
—Sí, listo —expresé con una risa falsa. Saqué lentamente la pistola de gasolina para hacer tiempo.
— ¿Qué haces? —me preguntó Jael al llegar.
Lo fulminé con la mirada y le hice una seña para que se fijara en los hombres del auto. Estaba demasiado nervioso, no quería que algo saliera mal, me tensé mientras Jael iba hacia la ventana del carro. Se veía determinado, no parecía tener miedo «es tan extraño a veces, que no sé si es demasiado valiente o muy miedoso. Aunque creía que con los humanos era distinto, ya que nos enseñaban a ser tan cuidadosos con ellos, que llegábamos a tratarlos como cristal, pero cuando se trataba de demonios, él no tenía remordimiento».
—Buenas —lo escuché decir—. ¿Me puede mostrar su identificación?
Cerré la caja de gasolina y me acerqué a él. Ellos lo miraron fijamente, en silencio, entré en pánico porque parecían molestos, sin embargo, Jael parecía tranquilo «es bueno para eso».
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CAUTIVANTE
FantasyMickael, un ángel protector de almas, le asignaron a una chica llamada Sarah. Sarah Winslow era una joven que, tras pasar por un grave sufrimiento y varios episodios traumáticos en su vida, se vio obligada a tomar acciones perjudiciales y suicidas p...