Rosie
«¿Cuántos ángeles tuvieron que cuidar de mí durante tantos años y cuantos tuvieron que morir? ¿Cuál era exactamente la razón?». Recordé en ese momento mientras caía, el cómo me sentí antes de que todo pasara, escuché el sonido de una trompeta que solo me perturbó y que aumentó todo aquel miedo que intentaba controlar, pero que me resultaba difícil hacerlo entre tanto desorden que tenía en mi mente, así que solo se empeoró.
No lo resistí. No quería tomar esa fría opción, «morir por desesperación», me parecía un acto que solo era causado por el miedo a enfrentar lo que me estaba pasando, y supuse que podía llegar a entenderme a mí misma. Tenía muchos años dormida, sumergida en un sueño profundo, que al despertar hizo que mis recuerdos, más tenebrosos y perturbadores, se descongelaran, poco a poco haciendo de mí, un total desastre mental.
—No supe cómo manejarlo, lamento tener que morir, lo lamento mucho, pero no puedo soportarlo —dije, mientras estaba montada sobre el borde del puente, llorando de manera desconsolada.
Si alguien me preguntara en ese momento «¿quieres hacerlo?», le diría rotundamente que «no». Nadie querría morir de esa forma, pero muchos tenían que hacerlo por las circunstancias que los envolvían. No lo aplaudo, no lo apoyo, «se tiene que buscar ayuda», pero yo estaba sola y perdida; confundida, ni siquiera recordaba quién era, solo tenía el duro recuerdo de la —nada—.
Las pesadillas, las visiones durante todo el día, era lo único que me acompañaba, así fue por un año, pero de pronto, se volvieron más constantes y desagradables; los gritos por las noches, los vecinos los escuchaban, solían tocar la puerta y preguntarme, pero solo les pedía disculpas, porque no podía pararlos, pero sé que ahora «todo había terminado», o eso creía.
Había un recuerdo recurrente en ese momento, mientras el viento me abatía de un lado a otro al caer desde aquella terrible altura. Me permití recordar con detalles, ya que al estar tan cerca de la muerte, comencé a recordar todo.
—Despierta —susurró alguien dentro de mí, lo que me dio acceso finalmente a las memorias que siempre estuvieron dormidas dentro de mí.
Estaba en una especie de sueño donde había muchas puertas, y al final estaba él. Mi ángel protector, el único detalle, era que no podía verlo. Los Ángeles Guardianes solían estar ocultos en los sueños, velando por nosotros, sus protegidos, pero sabía que él era una ilusión, no era real, no era él.
Empecé a indagar por cada puerta, y en cada una había una parte de mí, aunque por cada una, accedía a mis recuerdos, decidí hacerlo por el lado más rápido. «La puerta central», me mostraba todo, me sentía complacida de estar ahí en ese momento, porque eso significaba que podía recuperar mi verdadero ser, pero «¿por qué podía verlo ahora? ¿Qué estaba pasando en mi vida en ese momento que podía acceder con más orden a mi mente?», me lo preguntaba, pero no había nada que me pudiera responder la pregunta.
— ¿Quién eres? Muestra tu rostro —le dije al ángel oculto entre sus alas. Él no dijo nada, pero con su propio poder, hizo que la puerta central se abriera sola.
Fruncí el ceño al mirarlo, me sentí decepcionada por no recibir ningún tipo de respuesta, pero supuse que en algún momento la obtendría y me mostraría finalmente de quién se trataba. Siempre conocía a mis ángeles guardianes, podía sentirlos, pero nunca podía verlos en la realidad, siempre lo hacía una vez dormida. Ninguno de ellos sabía, pero yo siempre los veía por las noches, también de día, o de lejos mientras me seguían. Escuchaba sus susurros, «haciéndonos creer que era la voz de la consciencia, advirtiéndonos que algo malo estaba a punto de pasarnos».
Muchos le decían «presentimiento», pero realmente era un Ángel Guardián. Desde pequeña supe que era especial, y cuando empecé a cazar demonios, sabía que me convertiría en la mejor, incluso mi ángel guardián, el que estuvo conmigo desde que nací, me ayudaba a serlo. No me tocaba, no me hablaba directamente, jamás me mostró su figura real; pero siempre estuvo ahí, hasta que algo ocurrió.
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CAUTIVANTE
FantasyMickael, un ángel protector de almas, le asignaron a una chica llamada Sarah. Sarah Winslow era una joven que, tras pasar por un grave sufrimiento y varios episodios traumáticos en su vida, se vio obligada a tomar acciones perjudiciales y suicidas p...