Rosie
Mientras iba caminando por el pasillo, estaba pensando en cómo era mi ángel guardián, su apariencia, su estatura, su personalidad, su forma de hablar, el sonido de su voz, el color de su piel «¿Quién era él?».
—Siempre estoy listo —escuché decir a un chico que de repente apareció en el pasillo, junto con otro joven.
Continué caminando con tranquilidad y salí de ese lugar. Al salir, noté que Kareff estaba afuera, conversando con dos tipos extraños, aunque el encuentro fue breve; ellos se marcharon y él giró hacia mí, sonriéndome desde lejos mientras levantaba la mano en un saludo. De repente, un chico pasó junto a mí y percibí una energía extraña, era el mismo que había visto en el pasillo; no le di mucha importancia, pero lo observé desde la distancia.
La tensión flotaba en el aire mientras Kareff esperaba mi respuesta, pero mi mente aún estaba ocupada con la presencia inquietante de aquel joven. Cuando finalmente se perdió de vista, decidí responder a la pregunta de Kareff.
—Sí, todo está bien —respondí, aunque mis palabras no reflejaban del todo la verdad. Evité su mirada y seguí caminando, dejándolo atrás sin darle más explicaciones.
— ¡Rosie! —me gritó Kareff al seguirme, no le contesté. Él me agarró por el hombro y me giró hasta él, se me quedó viendo, extrañado y subió las manos esperando a que le dijera algo—. ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás así?
Suspiré fastidiada.
— ¿Qué demonios haces aquí? ¿Por qué me siegues? ¿Qué? ¿Estás buscando la manera de decirme que es una equivocación buscar a mi ángel guardián? —le expresé molesta—. Además, ¿quiénes eran esos tipos extraños con os que hablaba?
Él se quedó impresionado ante mi reacción.
—Rosie, estás alterada, ellos solo eran compañeros del pasado, no pasa nada. —Kareff me miró de arriba abajo, se veía «ofendido»—. ¿Qué? ¿Ahora dudas de mí?
El ambiente se cargó de una tensión palpable cuando noté la decepción reflejada en la mirada de Kareff. Mi silencio habló por sí mismo, revelando la creciente desconfianza que estaba empezando a surgir hacia él. Su expresión de decepción me hizo sentir incómoda y culpable al mismo tiempo. Con un gesto apesadumbrado, Kareff se alejó, negando con la cabeza mientras se marchaba, dejándome con el peso de mis palabras no dichas.Principio del formulario
—¡Kareff! —grité, sintiendo el peso del arrepentimiento, aplastándome. Pero él me ignoró y continuó avanzando, como si no hubiera escuchado mi llamado. La presión que sentía se volvió insoportable, y no pude contenerla por más tiempo. Tuve que seguirlo para detenerlo antes de que se alejara más. «Seguía sin creer en él, pero se suponía que él no debía saberlo».Me interpuso en su camino y lo enfrenté con la mirada, buscando desesperadamente que entendiera mi angustia.
—Perdón —murmuré, sintiendo cómo las palabras luchaban por salir—. Es solo que no confío en nadie, me cuesta hacerlo. Intento confiar en ti, pero ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos que no sé qué pudo haberte ocurrido en todo ese tiempo en el que no estuve.
»Kareff, me están buscando para matarme, ¿cómo quieres que confíe tan fácil? Sabes muy bien mi situación, ¡lo sabes! No deberías de juzgarme.
— ¡Sí! Pero, pudiste, habérmelo dicho, pude hacer algo para aumentar tu confianza hacia mí. ¿Te das cuenta de lo incómodo que es enterarme de que has estado desconfiando de mí todo este tiempo? O sea, que te molestabas porque te seguía simplemente porque no confías en mí. ¿Crees que te sigo para tenerte en la mira? ¿Verdad?
No dije nada, eso solo haría que empeorara la situación. Él me vio sorprendido, y decidió subirse a su moto para marcharse, pero de nuevo me atravesé en el camino.
—No te vayas —le dije de manera suplicante.
—No puedo estar en un lugar donde no confían en mí, así que no te preocupes por el edificio, me iré a piso de arriba, así no tendrás que verme —expresó él, al irse.
— ¡Kareff! —grité cuando ya estaba lejos—. Qué mierda.
...
Llegué pronto al edificio, y subí para ver si aún él estaba ahí, y por suerte, si lo estaba. Me acerqué a él lentamente, y lo toqué por la espalda, él se asustó y me vio con molestia.
—No te preocupes, ya me voy —me dijo.
—Oye... Lo siento... En serio —manifesté lamentada.
—Da igual, Rosie. Déjame en paz.
—Estaba un poco desconfiada de todo, es difícil que no esté con mi ángel guardián, en serio necesito esto —le expliqué, entonces noté que, al nombrar a mi ángel, Kareff puso cara de fastidio y respiró profundo.
— ¿Por qué lo necesitas tanto? Yo pude seguir sin mi ángel, ¿por qué tú no?
De repente, me sumergí en una reflexión profunda, tratando de descifrar la razón subyacente por la cual necesitaba tanto la presencia de mi ángel. Incluso para mí, era un enigma intrigante. Con mis ángeles anteriores, nunca había experimentado esta intensidad de conexión; simplemente los aceptaba sin cuestionamientos, y cuando cambiaban, apenas lo notaba, no me generaba ningún malestar. Entonces, ¿por qué ahora me sentía tan vacía en su ausencia, cuando apenas conocía a este nuevo ángel guardián?
Las preguntas se agolpaban en mi mente, formando un laberinto de incertidumbre. ¿Qué estaba ocurriendo realmente en mi mente y en mi cuerpo? ¿Por qué experimentaba esta necesidad abrumadora de encontrarlo, como si mi existencia dependiera de ello? Las respuestas parecían esquivas, ocultas en algún rincón oscuro de mi ser, desafiándome a descubrir la verdad detrás de mis propios impulsos.
—Creo que eso también me lo pregunto —le respondí—. Hay cosas que estoy sintiendo, y él quizás puede decirme, es mi ángel guardián, es quien me puedo apoyar.
—También lo puedes hacer en mí, ¿o no?
—No seas ridículo —le dije—. Sé que puedes cuidarme, eres fuerte y valiente, pero ¿confiar? Jugaste con mis sentimientos, puedo confiar en ti en las batallas, pero no de la manera íntima.
—Eso lo sé, no tiene que repetírmelos diez mil veces.
—Entonces no me reproches la desconfianza, porque tú sabes muy bien lo que sucedió entre nosotros.
Él puso los ojos en blanco y siguió guardando sus cosas.
—Pero no quiero que estés lejos, tampoco —le expresé.
Él me miró serio.
—Por favor, ¿Quién te entiende?
Más allá del corazón roto que había dejado Kareff en mí, él se convirtió en un compañero de batallas, siempre fue el más veloz y astuto, lo que hizo que en muchas ocasiones yo sobreviviera. Siempre me protegió, como si me lo debiera, y supuse que aún se sentía culpable por lo que me hizo, así que siempre intentó protegerme.
Incluso en el momento en que me quedé sin ángel, él estaba para mí, pero nunca es la misma protección o comprensión. Con los ángeles se sentía distinto, y ahora más con mi ángel, aunque me desesperaba no saber quién era.
La incertidumbre se apoderaba de mí mientras reflexionaba sobre la posibilidad de que Kareff estuviera desarrollando sentimientos románticos hacia mí. Durante mucho tiempo, había albergado emociones hacia él, pero al despertar, todo se desvaneció. Los recuerdos se desvanecieron como humo en el viento, y lo que quedó fue un vacío palpable, una sensación de hueco en mi interior. Kareff ya no era más que un compañero importante para mí, y cualquier atisbo de amor o atracción que pudiera haber existido anteriormente se había desvanecido junto con mi antigua vida, sepultado en las profundidades de mi conciencia, junto con los recuerdos de aquel encierro del que fui liberada.
—Dame tiempo, un poco más de tiempo, y si no funciona, está bien, podrás irte y si quieres, no volver más. ¿Sí?
Él me vio fijamente, en silencio, supuse que estaba pensando su respuesta. Bajó entonces la mirada y dijo en voz baja «solo una palabra». Le sonreí y lo abracé.
—Gracias.
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CAUTIVANTE
FantasyMickael, un ángel protector de almas, le asignaron a una chica llamada Sarah. Sarah Winslow era una joven que, tras pasar por un grave sufrimiento y varios episodios traumáticos en su vida, se vio obligada a tomar acciones perjudiciales y suicidas p...