CAPÍTULO XXVII: Muerte en vida

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Mickael

—Quiero ver mi cuerpo —dijo Rosie con determinación, sin dejar espacio para dudas sobre su decisión.

— ¿Qué? ¿Por qué querrías hacer eso? —le pregunté, extrañado.

—Mickael, quiero ver mi cuerpo —me volvió a decir.

Intercambié una mirada con Jael, quien estaba ocupado afilando una daga destinada a los demonios, un accesorio que siempre llevaba consigo. Él apartó la mirada y negó con la cabeza, continuando con su tarea sin decir una palabra. Con un suspiro resignado, me puse en pie, sin ningún entusiasmo, y me dirigí hacia el laboratorio donde trabajaban.

— ¿Mi cuerpo está aquí? ¿En mi edificio? —preguntó ella alarmada.

Volteé a verla, de manera seria.

—No, solo necesito una puerta —dije—. ¡Jael!

Miré a Rosie con un gesto de frustración. No recordaba que también necesitaba una llave, y por alguna razón, la mía aún no funcionaba, incluso teniendo a Rosie a mi lado. Necesitaba averiguar cómo hacer que funcionara, y la única persona que podría explicármelo era Menahem, pero no parecía estar en ninguna parte. «Todo esto es tan frustrante», pensé, mientras Rosie se abrazaba a sí misma y miraba hacia el suelo, perdida en sus pensamientos. Se veía nerviosa y ansiosa.

Principio del formulario

Mientras la observaba, recordé de repente las palabras de Menahem, quien me advirtió que era inevitable no desarrollar sentimientos hacia ella debido a la marca que compartíamos. La única solución era revivirla, pero si no era Jeremías, ¿quién más podría hacerlo? Esta incertidumbre me tenía realmente preocupado y confundido. Sin embargo, confiaba en que todo se resolvería al final, como suele suceder con todo lo que está fuera de orden.

—Esto es... Extraño...—dijo ella conteniendo sus ganas de llorar—. Tener que ver mi cuerpo, Dios, ni siquiera sé cómo morí, solo sé que me lancé y caí al agua, pero recuerdo haber nadado. Por supuesto que las corrientes eran difíciles de sobrellevar, pero tampoco era para morir, ¿no?

» ¿No pudiste verlo reflejado en mi cuerpo?

—El único que tiene ese poder es Jael, pero él no quiere tocarte y tener que ver tu vida entera, porque es un cadáver, cuando los ángeles tienen ese poder o uno similar, generalmente vienen con sufrimiento.

» Creo que no quiere sentir dolor, él ahora no puede controlar sus emociones, por eso se desborda con facilidad ante cualquier emoción.

—... Creo que puedo entenderlo —me dijo ella, mirando al suelo.


Iba a poner mi mano sobre su hombro cuando, de repente, llegó Jael. Me tensé; él me vio extrañado porque notó mi reacción repentina. «¿Se estaban besando? —me preguntó él a través del pensamiento—».

—Menuda broma —dije, pero no me di cuenta de que lo había dicho en voz alta. Rosie volteó a verme sin entender nada, pero ignoró el momento y fijó la mirada en los movimientos de Jael.

Él abrió la puerta, y nos esperó afuera. Rosie y yo entramos a lo que era un depósito, pero en realidad era una especie de morgue, pero fría. Solo había congeladores y cubículos para llenarlos de agua, todos servían para purificar ángeles o mantener cuerpos intactos.

Rosie estaba visiblemente asustada; pude sentir sus nervios y su piel erizada. Ella me siguió hasta el lugar donde se encontraba su cuerpo. Abrí la puerta con un poco de esfuerzo y al hacerlo, un vapor frío salió de su interior. Rosie se abrazó a sí misma y entró, mientras yo encendía la luz y retiraba la tapa de lo que parecía ser una «urna». El cuerpo de Rosie estaba intacto pero congelado, y sus ojos estaban blancos; hasta que su alma no estuviese presente, el cuerpo no recuperaría su apariencia normal.

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