CAPÍTULO XI: Poderosa conexión

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Rosie

— ¿Qué tiene de importante esa marca? —le pregunté a Kareff mientras él me miraba, impresionado, pero a la vez parecía preocupado.

Él me miró a los ojos fijamente. Sentí sus intenciones de reprocharme por falta de conocimiento, pero en realidad no tenía idea del porqué tanto revuelo por una marca, que lo único que hacía era producirme ardor.

—Un ángel jamás puede tocarte, está prohibido, no estoy seguro de las consecuencias que podría ocasionarte, pero puedo saber que esa es su mayor ley, y la verdad, no creo que sea algo bueno.

—Lo sabremos cuando lo encuentre.

— ¿Y aun después de eso que te hizo quieres buscarlo? —me preguntó él, sorprendido.

—No le veo el problema, ¿puedes, por favor, calmarte? Desde que llegué, siento que intentas retenerme en una burbuja, no estamos en una cápsula, Kareff, esto es importante.

» Hay ángeles buscándome para matarme, y tú solo piensas en que no debería de hacer nada, ¿cuál es tu problema? ¡No puedo quedarme sin hacer nada! Necesito respuestas Kareff, muchas, y sé que él puede ayudarme.

— ¿Qué te hace creer que lo hará? —me preguntó él. Sabía que solo intentaba hacerme molestar, en muchas ocasiones quiso hacerme sentir «equivocada», pero jamás se lo permití.

En el momento en que iba a responder, levanté la mirada para verlo, pero noté que detrás de él se encontraba una persona viéndome fijamente. Me tensé y tragué saliva.

— ¿Quién eres? —susurré. Kareff me vio extrañado porque creía que se lo estaba diciendo a él.

—... ¿Kareff? —dijo él al fruncir el ceño, pero cuando notó que no lo estaba mirando él, sino a otra dirección, decidió voltear para mirar detrás de él.

» ¿Rosie? ¿Estás bien? ¿A quién le preguntas eso?

Suspiré incomodada, y bajé la mirada un poco confundida. «No importa —dije en mi mente, creyendo que lo había dicho en voz alta, pero Kareff lo notó y se acercó a mí».

—Rosie, ¿todo bien? —me pregunta él de nuevo.

Lo miré y me limité a preguntarle lo que tanta curiosidad me daba.

— ¿No puedes verlo?

— ¿A quién? No te entiendo.

Cuando dejé de mirarlo, para señalar hasta donde estaba aquella «persona», resultó que había desaparecido. Me quedé en silencio mientras miraba hacia allí, Kareff volteó varias veces hasta ese lugar, pero no lo logró ver nada.

—Olvídalo, no importa —le dije, al agarrar mi traje especial, e irme a un laboratorio que había en el sótano.

Anteriormente, aquel edificio, era un laboratorio de investigación biológica, y los cazadores se adueñaron de él para crear laboratorios secretos que nos permitieran reconectar con nuestros poderes, por si en algún momento los perdíamos. Las posibilidades eran infinitas, pero no comunes. Casi nunca se utilizaban aquellas cápsulas porque eran dolorosas, pero era la única forma de recuperar el equilibrio e intensificar nuestros poderes como cazadores.

Sin embargo, nosotros éramos más, con el pasar de los años, muchos cazadores antiguos murieron, y al final solo quedamos Kareff y yo. Aunque había una tercera, pero en ese momento no estaba, y tampoco sabía si seguía viva. Al recordarlo, quise preguntar:

— ¿Dónde está Lexi?

— ¿Lexi? ¡Por favor! Ella se fue hace mucho tiempo cuando el grupo se desintegró, así que no cuentes con ella —me dijo él, alarmado.

— ¿Pero sigue viva? —inquirí al mirarlo, esperaba una respuesta positiva.

—Eso creo —respondió él de manera indiferente.

—Ya veo —le dije, al caminar hacia las escaleras.

— ¿A dónde vas?

—Necesito estabilizar mis poderes, desde que me despertaron han estado un poco extraños. He empezado a ver personas, pero no sé si están muertas, o solo son visiones. Quizás la cápsula me ayude.

—Es dolorosa, ¿en serio es necesario?

Lo vi con fastidio, él lo notó y se encogió de hombros. «Perdón, solo decía —expresó él—. Puedes hacer lo que quieras, son tus poderes».

—Gracias. —Le dije, al irme—. Ya vuelvo.

Al bajar las escaleras y abrir de manera cuidadosa la puerta hacia el laboratorio, noté lo vieja que estaba la estructura del edificio. Estaba agrietada y olía a humedad, arrugué la cara con desagrado.

—Este lugar es asqueroso —dije, al iniciar, caminando por un túnel donde había ratas, y tubos goteando agua que no era precisamente limpia.

Cuando llegué al laboratorio, estaba limpio, blanco, y parecía nuevo. Era lo único hermoso de ese lugar, entré y ahí estaba la cápsula, pero vacía. Por muy extraño que pareciera, entrar en aquel enorme recipiente lleno de agua helada, solo hacía que la desesperación de mi cuerpo, por querer buscar sobrevivir, pudiese conectar con aquel poder que tenía dentro de mí, era la única manera. La ciencia se unía con el poder espiritual, todos eran uno solo, y se ayudaban entre sí.

Abrí la llave que haría que la cápsula empezara a llenarse rápidamente de agua. Cuando toqué el vidrio pude sentir lo fría que estaba, me puse nerviosa porque jamás lo había tenido que usar, pero sí estuve cuando otros cazadores tenían que entrar en allí, así que sabía todo el procedimiento.

Mientras terminaba de llenarse, la programé para que después de una hora, se vaciara y me pudiera dejar salir, porque básicamente, el oxígeno duraba una hora. Si pasaba más tiempo, podía morir ahogada.

—Eso está muy frío —dije al tocar de nuevo la cápsula.

Me quité la ropa y me coloqué el traje de silicona; era resistente y fuerte. Subí las escaleras que tenía la cápsula a un lado, y al abrir la tapa, metí primero mis piernas, y una vez estuve preparada mentalmente para recibir aquel frío, me sumergí y conecté en mi cuerpo el oxígeno, después desde adentro activé el tiempo.

Cerré los ojos, y al comenzar a tener hipotermia, mi cuerpo se durmió, pero mi cerebro seguía despierto. Era el funcionamiento correcto de la cápsula. Varios recuerdos se revelaron, pero no todos; aún me faltaban fragmentos; de repente sentí una molestia, pero aún seguía entre dormida y despierta.

Entonces fue cuando abrí los ojos, la hora ya había pasado, pero aún seguía sumergida en el agua. Miré a los lados, desesperado, intenté desactivarlo de manera manual, pero no pude. Comenzaba a sentir que mi cuerpo pedía oxígeno con angustia, pero no podía hacer nada más. Sin embargo, pensé que, si la cápsula potenciaba mi poder y mi fuerza, entonces podía romper el vidrio.

Me concentré lo más que pude para canalizar mi energía, y una vez hecho, aproveché la intensidad de mi energía en ese momento, debido a la angustia de querer respirar, y llevé todo eso a mi mano derecha, la que justo iba a usar para romper el vidrio.

Golpeé el vidrio varias veces, y en la tercera, cuando ya estaba entrando agua en mis pulmones, fue cuando se rompió el vidrio y caí al suelo. Me raspé las piernas con los vidrios mientras vomitaba toda esa agua que había tragado. Tosí y me levanté adolorida.

— ¡Ah! —me quejé, al sentarme sobre la silla. El agua comenzó a irse por la alcantarilla, el cuarto se había llenado bastante. Agarré alcohol y me lo eché en las heridas, no eran tan profundas pero eran demasiadas.

De pronto escuché un ruido arriba. Me quedé inmóvil, y no dije nada, hasta que volví a escuchar el sonido, pero esta vez más fuerte, como si hubiesen tirado algo contra el suelo.

Estaba nerviosa.

Me levanté como pude de la silla y subí las escaleras de manera silenciosa. Al asomarme noté que dos demonios estaban acorralando a Kareff y lo tenían amenazado con un cuchillo mata cazadores. Me alarmé y me escondí entre las escaleras, pero no podía abandonar a Kareff, así que de una forma u otra tenía que ayudarlo.

—Dame solo un momento —dije, en voz baja.

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