🌻Capítulo•21

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Narra Joon:

El amor a la familia y a mi país-ver a mi país como una gran familia- fue la base de mi crianza. Yo amaba a mis padres en ese tiempo y los admiraba por sus reflexiones y enseñanzas sobre la sociedad basadas en lo socialmente correcto; todas sus justificaciones de porqué había que implementar en las nuevas generaciones descarriladas, o eso se consideraban en los años setenta, el concepto coreano de la familia, de que todos somos responsables de cuidar de otros sobre todo las mujeres; todo eso con sus palabras arcaicas tenía sentido. Dejando ver a las pocas personas que en esos años presentaban la tendencia a interesarse por personas de su mismo sexo, como "anormales" o "enfermos", siendo mandadas a psiquiatras donde se suponía les iban a dar un remedio a su enfermedad a través de electro choques y pastillas en exceso fuertes.

Esa era la Corea de mis tiempos, muy alejada, según mis propias opiniones, de lo que se consideraba como una familia. Pero no, yo no podía opinar así y arriesgarme a ser tachada de anormal y a tan temprana edad ser recluida de la sociedad por mi propia familia. O eso fue lo que me advirtieron mis padres cuando opiné en mis plenos trece añitos sobre un discurso del presidente de la nación, cosa que para ellos escapaba totalmente de su comprensión al oír utilizar la palabra "amor" y "familia" en la misma oración junto a gays y lesbianas. El recuerdo de una cachetada aún fresca en mi mejilla por parte de mi padre y la cruel advertencia por parte de mi madre son cosas que recuerdo con claridad. Y después de esa ocasión, no me atreví a sacar más a la luz aquel tema, ni tampoco a rechistar a ninguna otra persona que hablara del mismo, adaptándome como todos poco a poco a pensar en lo mal y enfermizo que eran esas "cosas".

Así fueron mis pensamientos hasta que descubrí por medio de mi marido y de las noticias en la televisión, que yo nunca había sido la única que pensó en la gran injusticia que constituía excluir a esas parejas de la palabra amor. A principios de los noventa conocí a Jeon Junghyun, el que sería mi esposo y futuro padre de mi Lucero, al mismo tiempo que en Corea del Sur surgía el movimiento moderno por los derechos de la comunidad LGBT informado en todos los medios; y mi esposo, un activo defensor de dichos derechos a pesar de no formar parte de la comunidad y quien me hizo abrir mi mente, aunque la consecuencia fuese provocarles un gigantesco disgusto a mis padres. Pero ya yo era mayor, y ellos no tenían ningún derecho legal sobre mí.

Esa es mi historia personal respecto al reciente gusto de mi hijo por un chico, historia de la cual él no está enterado y que no mantendré oculta de él, simplemente se la comentaré en otro momento, en el que estoy segura, estará más orgulloso de lo que está de su padre.

Aunque mi historia no justifica el hecho de renegarme como primera opción a mi hijo, cosa que ocurrió únicamente en mi interior y que no sobrepasó mis paredes. Porque como ya expresé ese día, no pude entender del todo y tal vez me sentí mal conmigo misma, presumiendo tantos años de ser una defensora de los derechos de los homosexuales, siendo palabras vacías cuando en vez de ser algo que ocurriese en otras familias sucediese ahora en la mía. Eso lo cambió todo en mi mente y se argumentó con el miedo. Miedo por mi Jungkook. Si bien sé que la sociedad ha avanzado junto a este tema, se considera algo tabú para los coreanos y discriminado por otros; no me avergüenza mi hijo, sino que me preocupa lo que la crueldad de las personas llegue a hacer con él.

Pero yo no lo permitiría ni en un millón de años. Mi hijo va antes que todo.

Por esa razón lo estoy llamando ahora con un nudo de ansiedad atrapado en mi garganta. Mi instinto maternal a veces exagera haciendo a mi paranoia aumentar e imaginar quinientos escenarios en los que insultan o lastiman a mi hijo por el simple hecho de ser él. Recuerdo aquel suicidio en 2003, aún intacto en mi mente, y no puedo evitar pensar que algo como eso también pudiese sucederle a mi hijo y...Mejor lo llamo antes de citar escenas trágicas en mi cabeza que no quiero ver.

El chico de las flores • kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora