Capítulo 30

19.8K 1.5K 1K
                                    

—¿Eli?

A mi pregunta, un pesado silencio se instaló entre nosotros y Elise me observó entre apenada y alarmada.

¿Qué demonios está pasando?

—Vanessa, ¿qué haces aquí? —preguntó después de un momento, alejándose de aquel hombre y viniendo hacia mí.

Sentí su mano en la mía, pero apenas pude tomarla. No entendía por qué me observaba de esa forma, por qué había salido de ahí (de la cafetería a la que me había traído aquella vez) con ese hombre caminando tan cerca de ella. No entendía por qué conocía al padre de Amanda, ni por qué él la miraba de esa manera. Tan... familiar.

—¿Se conocen? —La pregunta de Amanda flotó en el aire cargada de cierta curiosidad pero también diversión.

Ese tono... Lo había usado tantas veces conmigo que ya podía identificar lo que se avecinaba. La fulminé con la mirada, pero volví mi atención a Elise quien me observaba como si fuera la única persona a su lado. 

—¿Nessa...? —Elise musitó, su voz apenas se elevaba a un susurro.

—Amanda, llegaste antes. —El hombre habló mirando a su hija, fue hacia ella y besó su mejilla.

Sentí mi rostro arder, la mirada de Elise fija en la mía y una pregunta clara como el agua reflejándose allí.

¿Amanda?

Padre e hija intercambiaron palabras que no me interesaba escuchar, mientras Elise y yo nos interrogamos en silencio.

¿Qué hace ella aquí?

¿Qué haces con el padre de Amanda?

¿Acaso vino a buscarte?

¿Por qué ese hombre te mira así?

De veras sentí que mi corazón se me iba a salir del pecho. Latía tan fuerte que me dolía y hacía mis manos temblar.

Todos nos detuvimos, conscientes de la energía extraña e incómoda que nos envolvía y de repente noté los ojos oscuros del padre de Amanda fijarse en mí.

—Tú... —Era un tono acusatorio, pues al mirarme bien pudo reconocerme. ¿Quién, si no yo, había irrumpido en la boda de su hija y explotado con acusaciones y recriminaciones hacia ella?

—Será mejor que nos vayamos —le dije a Elise, tratando de escapar del escrutinio intenso de Chuck Taylor.

Ella tardó unos segundos en reaccionar pero finalmente asintió. Lista para irse, dio un primer paso pero la detuvo la mano de Chuck cerrándose alrededor de su muñeca.

—Lis, ¿puedo llamarte luego? Creo que no terminamos nuestra conversación.

—No tengo más nada que decirte, Chuck —devolvió ella entre dientes liberándose de su agarre.

Me volví a ella y encontré su rostro enrojecido, pero no precisamente por la ira. Estaba avergonzada. Pude verlo en la forma en que sus cejas se arquearon, instándome a caminar.

Elise, ¿qué está pasando?

No pude moverme.

—Vamos, amor.

Padre e hija nos observaron confusos hasta que Amanda finalmente comprendió algo que compartió sin pudor.

—¿Ella? ¿Es en serio?

No supe a quién le habló, pero instintivamente me solté de Elise y caminé hacia la morena. Sin embargo, Chuck dio un paso hacia ella y me detuve entendiendo que la pregunta había estado dirigida hacia él.

La distancia entre nosotras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora