Capítulo 20

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—¿Nessa?

Un dedito presionó suavemente mi mejilla acompañado de la tierna voz que me llamaba. A pesar de la gentileza de la caricia, no pude evitar gruñir.

—¿Nessa, estás despierta?

Parecía que me acababa de acostar... ¿Qué hora es?

Una risita llegó a mis oídos y luego otro pequeño apretón—. ¿Neeeeessa?

Con dificultad, abrí los ojos y descubrí a Oli mirándome con una sonrisa tan amplia que le ocupaba casi todo el rostro.

—¡Estás despierta! —exclamó sentándose a mi lado con entusiasmo y haciendo que rebote en la cama.

—Bueno, es difícil no estarlo cuando alguien viene a mi cuarto gritando mi nombre —balbuceé aún dormida, simulando estar ofendida y causando que Oli se ría.

Me froté el rostro y miré el celular. Eran 7:15 am.

Maldita sea.

Con razón sentía que acababa de acostarme. Lo había hecho hacía apenas 5 horas. O quizás menos. No recordaba exactamente qué hora era cuando Elise me trajo semidormida al cuarto de huéspedes. Menos mal que tuvo algo de sentido común y no me permitió quedarme con ella en la cama.

Hubiese sido extremadamente incómodo explicarle a Olivia por qué estaba durmiendo con su madre.

—Este no es tu cuarto. ¡Es el de huéspedes!

Me estiré, dejando que mis músculos se tensen y luego se relajen de nuevo—. Tecnicismos, cielo, tecnicismos.

Oli me sonrió antes de observarme atenta—. ¿Qué haces aquí?

—Perdí la llave de mi casa. —Recordé la mentira que se le había ocurrido a Elise—. Por suerte no era tan tarde y tu mamá estaba despierta y me permitió quedarme.

—Uf, menos mal, ¿no? —Ella asintió seria y luego su rostro, aún atacado por el sueño, me sonrió—. ¿Quieres hacer una pijamada? Podemos ver películas y cocinar galletas.

Esta pequeña sí que era adorable. La miré con ternura, notando que estaba más alta desde la primera vez que la había visto. Me preguntaba cuánto tiempo más sería así de inocente. Estaba por comenzar primer grado, sabía que en cualquier momento cambiaría esto por una pijamada con sus amigas.

—Me encantaría, pero debes preguntarle a tu mamá.

—De acuerdo, lo haré después —accedió—. ¿Quieres venir a desayunar? Mamá está haciendo tostadas.

—Claro. Iré al baño y te veré abajo. 


Encontré al par en la cocina minutos más tarde. Elise, estaba mitad vestida y mitad aún en pijama pero era cuestión de un minuto para que estuviera lista. Ya había peinado cabello para que caiga suavemente sobre sus hombros y había aplicado algo de maquillaje a su rostro. Nada extravagante pero apropiado para un día en la oficina.

—Buen día, dormilona —saludó ella mientras untaba mantequilla de maní en las tostadas de Oli y queso en las mías. Detrás de ella, sonó el 'ding' del horno eléctrico donde algo estaba calentándose y la cafetera burbujeaba, anunciando que el café estaba listo.

Me froté los ojos. ¿De dónde saca la energía esta mujer?—. Dios santo, son las 7:20, Elise.

—Oli tiene escuela a las 8 —respondió como si fuera la cosa más obvia del mundo—. Y tú debes esperar al cerrajero a que vaya a tu casa, ¿recuerdas? Seguramente está por llegar —me dirigió una mirada significativa, sus ojos enviándome una señal que yo no reconocí.

La distancia entre nosotras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora