El aburrimiento acabaría con ella mucho antes que su hermano encontrara a la doncella.
Los días pasaban y pasaban, siendo todos iguales. La rutina era exactamente la misma: despertar temprano justo cuando el sol salía por el horizonte; ayudar a Drian mientras preparaba el desayuno; pasar tiempo con Alisha y Ruy mientras hacían tiempo antes que ella preparara la comida del mediodía y luego pasar más tiempo libre. El único momento que marcaba una diferencia en su rutina era cuando Wern los visitaba para controlar el embarazo de Alisha.
Les quedaban coronas suficientes para bastantes semanas, pero no crecían de los árboles y tenía que guardar suficiente para los boletos del transoceánico. Por suerte a las Reinas, todavía les quedaba suficiente comida para unos días más.
Con tiempo libre para matar, había avanzado un montón su relación con ese trío. Alisha se emocionaba cada vez que hablaban relacionado a su bebé, ya no peleaba con Drian y podían hablar como personas decentes, pero eso significaba miraditas llenas de burla por parte de Ruy. Ese maldito pelirrojo siempre le sonreía a pesar de que ella le negara todas sus ideas locas.
Sin embargo, a pesar de ignorar sus burlas, Ruy quizá tenía una pizca de razón. Quizá sí estaba empezando a sentirse atraída por el Kheam. Estaba más pendiente de sus palabras, o la forma en que su corazón palpitaba de forma extraña cuando sonreía. Ni hablar de lo tierno que le parecía la forma en que trataba a su hermana. Eran estúpidos sus sentimientos. Había sentido atracción por muchas personas, Loren no fue la última persona con la que se encaprichó y sin embargo ahí estaba, teniendo sentimientos encontrados con Drian. Estaba todo tan mal que quería darse un buen golpe. ¡Era una tonta! Entendía que un hombre le podía gustar, sin embargo, esto estaba mucho más allá. No era el momento para tener esa clase de pensamientos y tenía que reprimirse antes de empezar a suspirar de la cuenta. Antes de que Ruy dejara de suponer cosas y se diera cuenta de la verdad.
Era media mañana cuando Drian se acercó hasta donde estaba ella para decirle que la comida tardará en hacerse.
—Esperemos que no queme nada esta vez.
Los tres se habían turnado para cocinar o limpiar mientras Alisha descansaba en la única habitación que tenía la cabaña.
Kelleia no quería ser mala con Ruy, pero su comida era muy asquerosa y en nada se comparaba con los apetitosos platos de Drian.
—¡Te escuché! —gritó el aludido desde la cocina.
—Si me oíste espero que no se te queme nada —gritó en respuesta.
Drian se río ante su disputa con Ruy, y ahí estaba ella distraída por la risa del guardia.Se estaba comportando como una mergia y necesitaba sacarse ese sentimiento de raíz.
—Tengo una idea para hacer tiempo mientras esperamos la deliciosa comida de Ruy.
Se arrancaría sus sentimientos ponzoñosos de la única manera que sabía: peleando y entrenando. Mientras estuviera distraída con los golpes no tendría tiempo para suspiros.
—No me gustaría preguntar cuál es tu idea de "hacer tiempo".
—Quiero entrenar —dijo con una sonrisa—. Me da curiosidad de lo que eres capaz de hacer.
—Yo creo que no.
—Me tienes miedo —lo provocó ante su negativa.
—Claro que no, pero no creo que sea buena idea —Kelleia hizo puchero para intentar convencerlo. Resignado, rodó los ojos y luego dijo—: Está bien, has ganado. Pero no llores si pierdes.
Kelleia acrecentó su sonrisa porque ella ganaría y a pesar de su falso entusiasmo, él también lo sabía.
La espalda de Drian hizo un ruido horrible cuando volvió a caer al suelo. Formó una "o" con los labios y se lamentó de haber dicho sí. Pelear con Kelleia, aunque en forma de juego, era muy difícil y cansador.
Luchar con alguien que conocía de todo un poco no era ideal y a pesar de que ella reveló tener un defecto nunca pudo diferenciarlo. La chica era una provocadora y mentía sobre sus pasos. No pudo diferenciar los pasos que realizaba a propósito de aquellos que no.
Kelleia era alta, peleaba mejor que cualquiera y derribarla no era tarea fácil. Claro que recibía buenos golpes de su parte, pero ni una vez había logrado tirarla al suelo. Era rápida y cuando intentaba sorprender la chica se esquivaba con una sonrisa en sus labios.
Se levantó del suelo con un fuerte dolor en la espalda y con la seguridad que para la noche tendría unos moretones negros y feos.
Habían estado peleando afuera mientras aprovechaban que la lluvia había cesado, sin embargo, la tierra mojada se había convertido en barro. Le dio una mirada al desastre que era Kelleia con barro seco en el rostro sabiendo que él debía verse de la misma forma.
—¡Nunca miraste mis pies! —se quejó Kelleia y luego hizo una mueca de dolor por su labio partido.
Le había dado un codazo sin querer y ella le devolvió el gesto con un golpe en el estómago.
—¿Qué? —replicó sin entender.
—Todo el mundo tiene un punto débil ——explicó cruzándose de brazos—. Y no puedo creer que no sepas cuál es el mío. Se supone que me has visto pelear antes.
La chica tenía un punto.
—Mi deber no era verla pelear, Su Alteza —dijo con una sonrisa—. Mi deber era más bien evitar que escaparas.
Kelleia rodó los antes de murmurar:
—Los delirios de Tomhasei son cada vez peor.
Estaba de acuerdo con ella. Su hermano solo los enviaba para intimidarla porque no había forma de escapar de la fosa. Una vez dentro no se podía escapar.
—Bueno, te diré cuál es mi punto débil —se animó Kelleia con una sonrisa—: Es mi pie izquierdo. Es chueco y tuve que aprender a corregirlo con los años, pero hay veces que me olvido y trastabillo hasta que puedo arreglarlo.
Drian miró los pies de la chica por curiosidad. Sus pies estaban alineados en forma derecha y lo único fuera de lugar eran sus botas llenas de barro. La próxima vez prestaría más atención a sus pasos.
—La próxima vez te ganaré.
—¿Lo haremos otra vez? —preguntó Kelleia con timidez.
—Claro que sí. Esto se volvió personal mi Alteza.
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EL DESIGNIO DE LAS REINAS ✓
Fantasía"La bastarda del rey y un guardia deciden unirse para proteger a una mujer del actual monarca. Juntos iniciarán uno de los múltiples destinos que las estrellas anunciaron hace mucho tiempo atrás". Kelleia Demni Nox siempre ha odiado que la llamen b...