Kelleia no sabía cuántos días habían pasado desde la última vez que vio a Drian y eso la estaba matando.
Apenas pudieron compartir una mirada cuando aterrizaron en las afuera del palacio Omnia Nox y no pudo descifrar la mirada intensa que le dio. Seguramente la aborrecía por ser tan imbécil. Su ineptitud lo había separado de su hermana.
La angustia de estar desinformada y el miedo de que algo le sucediera a Drian la estaban consumiendo. Apenas probaba bocado de la comida que le llevaban.
Desde que fue arrojada al calabozo del palacio, en los sótanos del edificio, no había visto a nadie más que a los dos Kheam que llevaban la bandeja de comida. Y ninguno le dirigió la palabra.Necesitaba ver a Drian y comprobar que estuviera bien… que nada le mal le estuviera sucediendo. Odiaba pensar en que su amigo estaba solo y siendo torturado. Cada vez que lo hacía se le formaba un nudo en el estómago y ya no podía probar bocado.
Lo único que podía estar segura era que Alisha y Ruy no fueron encontrados porque Aeneas lo gritó a los cuatro vientos cuando llegaron a las tierras del palacio.
Quizá no sabía cuántos días habían transcurrido, pero Kelleia se había aprendido el horario en el que le traían la comida. Por eso no se sorprendió cuando escuchó unos pasos acercarse hasta su celda.
Cuando la puerta se abrió decidió quedarse en el camastro sin hacer nada. Una vez había intentado escapar y lo único que recibió a cambio fue un golpe en el rostro.
—¡Arriba bastarda! —Gritó Aeneas Kalos desde el umbral de la celda—. Su Majestad, el rey Tomhasei quiere verte.
—Hasta que se digna —murmuró de mal humor.
Se arrastró por la cama hasta que se puso de pie. Cuando dos guardias ingresaron a la celda no se resistió y les permitió que le pusieran las pulseras.
Kelleia salió al pasillo escoltada por los guardias, pero el perro de Aeneas tuvo la idea de taparle los ojos con venda. Como si no supiera cómo era el palacio de arriba abajo.
Supuso que habían llegado a la sala principal porque Aeneas le dio un empujón y estuvo a punto de caerse por perder el equilibrio.
—Te juro que si vuelves hacer algo así —masculló entre dientes mirando hacia las sombras porque la venda se le corrió—, te clavo alguna de esas cuchillas que llevas puesta en uno de tus ojos.
—Me gustaría ver eso bastarda —se burló—, pero antes quisiera ver a tu Indigno pudriéndose en la fosa.
El insulto hacia Drian fue como un disparador para ella. Se volvió completamente loca y comenzó a golpear a todo aquel que estaba cerca.
Le dio un pisotón a quién creía era Aeneas y con el codo golpeó a otro, pero no pudo hacer más nada porque varios guardias la contuvieron.
—Amo ver como mis animalitos se pelean —dijo con diversión su hermano desde algún lugar. Por el sonido de su voz tenía que estar enfrente de ella—. Que alguien le quite esa absurda venda de los ojos.
ESTÁS LEYENDO
EL DESIGNIO DE LAS REINAS ✓
Fantasy"La bastarda del rey y un guardia deciden unirse para proteger a una mujer del actual monarca. Juntos iniciarán uno de los múltiples destinos que las estrellas anunciaron hace mucho tiempo atrás". Kelleia Demni Nox siempre ha odiado que la llamen b...