Amina Ramil
El atardecer estaba dando sus últimos rayos de sol cuando su transbordador arribó a las afueras de Reignock. Su mansión en la Capital no era tan magnífica como la que estaba en Lima, pero las vistas estaban libres de la chusma.
Amina estaba mirando por la ventana de su habitación pensando en cómo lograría que ese niñato que se hacía llamar rey, le daría lo que ella quería.
Odiaba tener que estar de regreso en Reignock tan pronto y odiaba demasiado a Tomhasei Nox. Detestaba no tener el control de las riendas y ni hablar de las reverencias o las sonrisas azucaradas que le daba cuando en su lugar quería desgarrar el delicado cuello del rey con sus uñas. Sin embargo, debía ser paciente si quería que los resultados al final fueran los que ella deseaba.
Miró los cinco anillos que llevaba en sus manos pensando que si jugaba bien el juego cualquiera de ellos se convertiría en el próximo anillo de la reina de Eldreck sin necesidad de casarse con Tomhasei. Ese maldito chico era una delicia para su vista, pero también era un dolor impresionante de ovarios. Amina no lo quería como esposo, sin embargo, no podía negar que lo deseaba más que a cualquier otro.
La invitación para presentarse al castillo llegó temprano y a pesar de que ella estaba dispuesta a negarse, el rey remarcó sutilmente que se trataba de una orden más que de una invitación.
Amina no era ninguna tonta, era obvio que ese niñato la necesitaba para algo. Ambos querían una cosa del otro, pero era una verdadera lástima que no se pudieran divertir como adultos ante darle fin al juego. No, ese maldito rey tenía un prejuicio con sus Acompañantes cuando él estaba infestado de Impuras.
Agitada se fijó la hora en su transmisor. Se mordisqueó un poco el labio sabiendo que le quedaba tiempo... dejó atrás la ventana y se movió hasta su tocador de cuatro patas. Sonrió al reflejo del espejo y se ató su cabellera colorada en un moño alto.
Vestida apenas con ropa interior de encaje decidió que quería jugar un rato. El corpiño era una delicada pieza blanca que permitía ver sus pezones, y la parte de abajo abrazaba sus caderas en dos tiras finas.
Si no podía tener al rey en persona por lo menos lo disfrutaría en sus fantasías.
Cerró los ojos e imaginó que Tomhasei, vestido apenas con unos jeans, se aparecía en su habitación y caminaba hasta ella. La miraba con esos hermosos ojos dorados suyos y luego comenzaba a besar la parte blanda de su cuello.
Amina gimió y para hacer más realista su fantasía llevó sus dedos a la boca. Los chupó y luego comenzó un lento recorrido por su cuerpo deteniéndose en sus pezones y luego siguió el camino hasta el sur.
Abrió sus piernas y se tocó por encima de la ropa interior...
*
No había estado en el castillo de la Colina muchas veces.
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EL DESIGNIO DE LAS REINAS ✓
Fantasy"La bastarda del rey y un guardia deciden unirse para proteger a una mujer del actual monarca. Juntos iniciarán uno de los múltiples destinos que las estrellas anunciaron hace mucho tiempo atrás". Kelleia Demni Nox siempre ha odiado que la llamen b...