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Había transcurrido casi una semana desde que llegaron a la cabaña y la lluvia no había cesado ni una vez

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Había transcurrido casi una semana desde que llegaron a la cabaña y la lluvia no había cesado ni una vez. Podía llover a cántaros o diluviar de manera fina, pero ahí estaba: persistente y visible detrás de las ventanas.

Wern (el principiante de sanador), para su buena suerte no hizo preguntas cuando entraron a la casa que gritaba "deshabitada" por todos lados. Solo atinó a tratar a Alisha y a su bebé sin decir nada. Sin tener al alcance herramientas especiales, no pudo hacer un chequeo exhaustivo, aunque le recomendó que hiciera reposo por mucho tiempo.

Y no hablaba de días sino de semanas hasta que pudiera hacer algún esfuerzo que la lastimara. Tanto el bebé como Alisha estaban fuera de peligro pero semanas era tiempo que no tenían. Y todos lo sabían. 

Drian no se tomó bien la noticia y cuando Kelleia intentó hablar con él para que entrara en razón, le gritó que no se metiera. Ella le gritó en respuesta y ya no pudieron parar, ambos se dijeron cosas muy feas. Ruy se metió en medio para frenarlos, pero el daño estaba hecho. 

Desde ese momento ninguno de los dos se hablaba o miraban, y a ella le parecía bien. No eran amigos ni tenían porqué serlo...

—¿Hasta cuándo estarán sin hablarse? —preguntó Ruy una noche después de comer.

Estaba limpiando los platos mientras él los secaba y los guardaba en una estantería medio a terminar.

—Drian se comporta como un mergio —gruñó en respuesta—. ¿Y soy yo quién tiene que ceder?

—Alguien tiene que hacerlo.

—¿Por qué? Él empezó todo con sus caprichos.

—Ya sé, pero esta situación se está pareciendo a un matrimonio con añares de problemas —aclaró antes de lanzar una risita—. Ustedes no se hablan ni se miran, y Ali y yo parecemos los niños que sufren.

—No digas idioteces, niño bonito —chasqueó la lengua ante esa idea tonta.

—¿Te pusiste nerviosa? —estiro los hombros hacia atrás y la miró con diversión mientras ella fruncía el ceño. 

—No entiendo porque debería estarlo.

—Porque creo que te pone nerviosa el hecho de imaginarte a ti y Drian casados. ¡Oh no! —Exclamó levantando un dedo—. Creo que te pone nerviosa el hecho de imaginarte a ti y a Drian en el proceso de hacer niños.

Si hubiera estado tomando agua en ese momento le habría escupido todo en la cara de Ruy. ¿Qué idiotez acababa de decir?

—¡Cállate! —gruñó sintiendo sus mejillas arder—. Deja de decir estupideces Ruyimond.

—¡Qué no me llames así! —chilló en respuesta y luego se fue con Alisha.

Para Kelleia aceptar que ella y Drian nunca serían amigos era una cosa, pero... pero admitir que el guardia le parecía atractivo era otra cosa. No lo diría en voz alta y menos ante Ruy. El muchacho sería capaz de reírse en su cara.

*

Había empezado a evitar a Ruy desde su última conversación. El muchacho le daba una sonrisa gigante cada vez que pasaba a su lado y todas esas veces Kelleia rodó sus ojos. Con la única persona que mantenía una conversación decente era con Alisha cuando la chica no estaba durmiendo.

Una tarde mientras se encontraba sentada en el porche de la cabaña y miraba tranquila la lluvia caer apareció Drian con una mana sobre sus hombros. El muchacho no dijo ninguna palabra cuando se sentó a su lado. 

—He sido un completo imbécil —dijo luego de un rato.

—¿Recién ahora te das cuenta? —Preguntó con sorna—. Creo que perdiste demasiado tiempo.

Drian le dio una sonrisa torcida y luego respondió:

—Soy un poco lento.

—Ya veo, aunque yo también he sido un poco imbécil.

Le devolvió la sonrisa sabiendo que tendrían un largo paso por delante para llevarse bien. 

EL DESIGNIO DE LAS REINAS ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora