Capítulo 40

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Narra Lía:

—¿Qué diablos es eso? —pregunté, desconcertada.

Keyla miró a la criatura, y sonrió, luego, en voz baja solto:

—Es Leviatán, mi Leviatán.

—¿Qué?

—Esta en su forma de demonio, vino a ayudarnos —se giró a mirarme —¡¿Pero qué haces?! Sigue en lo tuyo, mujer.

Así lo hice, me giré hacia el portal, y una vez más canalice mi poder en el, hasta que logré cerrarlo.

Solté un suspiro de alivió.

Keyla me sonrió.

—Bien hecho, Lía —y se hecho a correr en la dirección en que había aterrizado Leviatán.

En ese momento, alguien tocó mi hombro, me volteé hacía el.

—Alex —pero en cuanto me fijé bien en sus facciones me di cuenta de que no era él.

—¿Kolem?

El asintió en respuesta.

—¿Sucede algo? —pregunté.

Pero fue ahí que lo sentí, así que me giré en el momento exacto para ver a una figura escurridiza entre los árboles.

Momentos antes.

Narra Kyler:

—Se acabo Rose, no hagas esto más difícil.

La sentí tratando de controlar mi mente, sentí la fuerza de su poder produciendo un dolor espantoso.

Pero cuando se dio cuenta de que no logró meterse en mi mente frunció el ceño.

—¿Cómo...?

—La primera vez me hiciste apuñalar a una de las personas más importantes para mi, ¿Creías que después de eso me enfrentaría a ti sin una ventaja?

Rose me miró seriamente cabreada.

—¿Acabas de decir que mi hijo es una de las personas más importantes para ti?

—Eso fue exactamente lo que dije.

—¿Por qué?

—¿Por qué no? Mike es una persona increíble, un amigo leal, y el mejor compañero que pudiera tener.

—Y un maricon que está enamorado de ti.

Apreté mis puños.

—Vuelva a llamar a Mike de esa forma y conocerá lo que es ser un verdadero monstruo.

—No te tengo miedo, Kyler.

—Debería, señora.

Entonces la información que necesitaba llegó a mi, y comencé a crear una alucinación en su cabeza, ella matando a sus hijos de la misma manera en que había matado a su esposo, hice que alucinar una y otra vez con eso.

—¡Haz que pare! —gritó, totalmente desesperada.

—Oh Rose, si mi tortura apenas va comenzando.

Después de eso reproducí sus recuerdos, los abusos de su padre cuando solo era una niña, los golpes de su madre cuando apenas era una adolescente, los gritos de ella cuando Michael golpeaba a Mike, los dolores de parto cuando tuvo a los mellizos, todos los asesinatos que cometió.

Rose llevó sus manos a su cabeza.

—Basta, por favor basta —dijo.

No me detuve, una parte de mi se sentía mal con eso, pero otra, otra parte de mi lo disfrutaba.

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