𝐍𝐢𝐜𝐤 𝐈𝐝𝐢𝐨𝐭𝐚 𝐆𝐨𝐨𝐝𝐞|| Nɪᴄᴋ Gᴏᴏᴅᴇ ʏ Tᴜ

[12]

Mi marido en la multimedia 😩🤙.

Narra ____:

19 de julio de 1978.

14:00 {2:00 p.m}

Estaba ayudando a transportar las camisetas para el juego de hoy, era la guerra del color y todos estaban demasiado emocionados.

— Todos están muy emocionados.— Dijo Nick cargando las camisas azules.

— Prácticamente vienen al campamento por la guerra del color de todos los años.— Reí.

Llegamos con Joan y Gary a entregar las camisas, a Gary le entregué las rojas y Nick le entregó las azules a Joan.

— Gracias chicos.— Dijo Gary.

— Ya pueden ir a hacer sus cosas.— Bromeó Joan y comenzó a reír.

— Asquerosa.— Gary rodó los ojos.

Nick y yo solo reímos y nos alejamos de ellos. Joan comenzó a gritar que fueran por sus camisetas.

— Nick, te necesito acá.— Le gritó Kurt.

— Nos vemos luego.— Me besó y se fue.

Me iba a ir a mi cabaña hasta que vi pasar corriendo a Ziggy hacia el bosque y a Sheila y los que la seguían, persiguiendola.

— Oh...carajo.— Corri detrás de ellos manteniendo mi distancia.

Narra Ziggy:

Estaba corriendo a toda velocidad, pues estaba siendo perseguida por Sheila y sus sirvientes esos.

No pares de correr Ziggy, no pares... Pensé.

Seguí corriendo y volteé para ver si los había perdido, volví a mirar hacia enfrente pero sentí un golpe en mi nariz haciéndome caer.

Mi vista se nubló y cuando comencé a divisar mejor pude ver a Sheila, las chicas y Will.

— Di adiós, bruja.— Dijo Sheila.

Will me agarró con fuerzas y me amarró ambas manos con una cuerda que Sheila traía.

“ En su último suspiro, la bruja escapó de su destino.”

“Al cortarse una mano, se quedó en este plano.”

“De su tumba revivió y a todo el mundo esclavizó.”

“Tu sangre te quitará y no parara hasta matarte.”

Decían.

Me tiraron debajo del árbol donde se decía que habían colgado a Sarah Fier.

— ¡Súbela!.— Ordenó Sheila.

Will jalo la cuerda y la amarró a una rama del árbol, dejándome completamente inmóvil con mis manos arriba de mi cabeza.

— Para, detente, para, para.— Le dije a Will— Bajenme desgraciadas, ¡Bajenme!.— Intenté safarme, era imposible.

Sheila se acercó a mí y me comenzó a revisar los bolsillos.

— Vaya, vaya, que tenemos aquí.— Dijo mostrando los billetes.