Capítulo 12

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Pico la puerta de la casa de los Cobo. Después de lo que ha pasado con Álvaro necesito hablar con él.

—Eva, ¿qué ha pasado? —me pregunta preocupado nada más abre la puerta y me lanzo a sus brazos. Rompo a llorar otra vez mientras él acaricia suavemente mi espalda intentando calmarme.

Cuando consigo tranquilizarme un poco, me lleva hasta su habitación y nos sentamos sobre la cama.

—Dime que no te ha hecho nada por favor.

—No, pero...

—¿Pero qué, Eva? —me exige con seriedad.

—Me ha besado —le respondo mirando al suelo.

Y se levanta furioso de la cama insultándole.

—Te prometo que yo le he apartado lo más rápido que he podido Hugo... —digo entre sollozos.

—Ehh tranquila —me envuelve de nuevo con sus brazos y acaricia mi pelo —. Lo sé, mi niña. Confío en ti —me susurra y le abrazo aún con más fuerza. —El lunes se va a enterar ese gilipollas... —maldice.

—No, no le hagas nada —le ruego.

—Eva, si le veo no voy a poder controlarme. Bastante le he aguantado ya hasta ahora...

—Hazlo por mí porfa. No quiero que te metas en una pelea Hu —se lo vuelvo a suplicar y tras unos segundos mirándonos a los ojos, suspira rendido.

—No lo haré. Pero no llores más, ¿vale? —me dice apartando con delicadeza las lágrimas de mis ojos y asiento. —¿Os habéis enfadado después de eso, no?

—Sí... —suspiro —Me duele que hayan acabado así las cosas entre nosotros porque se había convertido en uno de mis mejores amigos estas semanas. Pero también entiendo que se haya enfadado al saber que estoy contigo cuando yo le gusto y eso. Aunque tampoco creo que hacía falta amenazarme...

—¿Te ha amenazado?

—Sí, me ha dicho que esto no iba a quedar así...

—¿Ves? Otra razón más para partirle la puta cara al chaval, Eva —me dice cabreado y niego sonriendo.

—Tú quieto —resopla.

—¿Y? ¿Algo más? Seguro que me habrá llamado de todo, ¿no?

—Bueno, ha dicho unas cuantas cosas. Que solo estás conmigo para meterte bajo mi falda y cuando te canses de mí me dejarás, que no me mereces...

—¡Pero será hijo de puta! Ese tío no dice más que mentiras. No me conoce, ni sabe nada sobre lo que siento por ti para decir algo así. ¡Buah! —se levanta de la cama con muchísima rabia y le paro antes de que pueda romper cualquier cosa de su habitación.

—Hugo, tranquilízate por favor —le pido cogiendo su cara entre mis manos y pega su frente a la mía.

—Yo no te haría eso Eva... Si estoy contigo es porque de verdad me gustas, mucho —sonrío.

—Lo sé Hu, y tú a mí —sonríe también y me besa.

—¿Te quedas a dormir conmigo esta noche porfa? —me dice haciendo pucheros y niego riendo.

—Por mí sí, pero no sé lo que dirán mis padres...

—Ya les convenzo yo si hace falta —me río y noto como se me queda mirando con una sonrisa —. Eres preciosa y tu risa es lo más bonito que he oído en mi vida, Eva —ay dios... Siento mis mejillas arder y escondo mi cara detrás de mis manos.

—¡No me digas esas cosas Hugo! —suelta una carcajada y aparta mis manos para dejar un montón de besos por toda mi cara haciéndome cosquillas.

—¡Qué suerte tengo dios mío! —me río y beso sus labios pasando mis brazos alrededor de su cuello. Agarra mi culo impulsándome hacía arriba para que enrolle mis piernas en su cintura y camina conmigo encima hasta caernos sobre el colchón.

Seguimos explorando nuestras bocas hasta que suena mi móvil y me separo un momento de él.

—¿Qué, mamá? —le contesto algo molesta porque nos haya interrumpido.

—Eva María Barreiro. ¿Dónde estás? —escucho su voz al otro lado del teléfono muy enfadada.

—Mmm... pues con Hugo, en su casa... —le respondo con miedo.

—¿Y la cita con el otro chico qué?

—No ha ido muy bien... es una historia un poco larga, ya te lo contaré mañana mamá —suspira.

—Vale, hija. ¿Pero cuándo piensas venir a casa? Porque la cena va a estar lista dentro de poco.

—Es que...

—¿Qué?

—¿Puedo quedarme a cenar y a dormir aquí con Hugo porfa? —sé que le estoy pidiendo demasiado, pero por intentarlo que no sea oye.

—¿Están Ana o Sam allí?

—No, estamos solos...

—¡¿Vosotros dos solos?! —dice exaltada —No no, vente ahora mismo para casa Eva.

—Joo mamá, déjame quedarme porfaa —le suplico una y otra vez hasta que al fin consigo convencerla.

—Está bien —Hugo y yo nos miramos sonriendo —. Pero mañana irás con tu hermana al parque.

—Sí, vale, la llevaré yo.

—Bien. Bueno, portaos bien. Y recordad usar protección, que no quiero ser abuela tan pronto.

—¡Mamá! No vamos a hacer nada... —digo poniéndome rojísima mientras Hugo se ríe.

—Eso espero —dice mi madre riendo también —. Venga cariño, hasta mañana. ¡Te quiero!

—¡Y yo a ti mami! —colgamos el teléfono a la vez.

Hugo se sigue riendo y le pego suave en el brazo.

—No te rías de mí, idiota.

—Es que eres muy mona —me abraza y hundo mi cara en su cuello aspirando su olor. Huele tan bien.

Nos quedamos así abrazados por un rato hasta que empiezan a hacerme ruido las tripas y nos reímos.

—¿Pedimos una pizza?

—Valee —le contesto y me da un beso antes de coger su móvil para pedir una que nos guste a los dos. Y cenamos viendo una peli juntos en el sofá.

Me quedo casi dormida para cuando termina la peli. Hugo me coge en brazos para llevarme hasta su habitación. Me deja una de sus camisetas para cambiarme y nos tumbamos abrazados en su cama.

—Buenas noches, enana —le escucho susurrar y deja un beso en mi frente antes de quedarme completamente dormida entre sus brazos.

InevitablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora