Capítulo 17

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Por fin llega el recreo, las tres primeras horas de clase se me han hecho eternas. Estoy saliendo de clase junto a Sam cuando me llega un mensaje de Hugo para que nos veamos ahora en los vestuarios.

—Sam, me tengo que ir, que he quedado con tu hermano —alza sus cejas y sonríe pícaramente.

—¿Con que vais a follar en el insti, eh?

—¡No! Solo vamos a hablar y eso... —digo rápidamente muerta de la vergüenza y se ríe.

—Ya, claro —dice con ironía y ruedo mis ojos.

—Luego nos vemos —nos despedimos y voy hacía los vestuarios. Mientras camino por los pasillos, vuelvo a tener la sensación de que alguien me sigue. Supongo que será el trauma que me ha quedado después de lo que me pasó esa noche.

Cuando llego a los vestuarios, no hay nadie.

—¡Hugo, si estás intentando asustarme, que sepas que no me hace ni puta gracia! —sigo mirando a mi alrededor por si está escondido en alguna parte. De repente siento unas manos posarse sobre mis brazos y me doy la vuelta encontrándome con la persona que menos esperaba —¿Qué haces aquí?

Álvaro me sonríe maliciosamente.

—Esta vez no te me escapas, zorra —susurra en mi oído y me quedo completamente paralizada. Dios mío. Su voz es la misma que escuché aquella noche.

Intento escaparme, pero es imposible porque ha cerrado todas las ventanas y las puertas con llave.

—¡¿Por qué me haces esto, eh?! —le grito sollozando —¿Qué cojones te he hecho yo? ¡Desde el primer día confié en ti y te defendí cuando nadie más lo hizo! ¡Éramos amigos!

—¡Lo éramos, hasta que ese gilipollas lo jodió todo! —suelta con rabia y me empuja fuerte contra la pared haciéndome daño en el brazo y la espalda.

—Déjame salir, por favor —le suplico llorando aún con más fuerza.

—Shhh... —vuelve a susurrar en mi oído y me besa violentamente tocándome todo el cuerpo. Por más que intento apartarle de encima mío, no funciona. Mis gritos pidiendo que pare no sirven de nada.

Asco e impotencia. Eso es lo único que siento.

Se separa bruscamente de mí cuando se oyen unos golpes en la puerta como si intentasen tirarla abajo. Vuelvo a gritar pidiendo ayuda, pero tapa mi boca.

—¡Cállate! —me amenaza furioso. Aún así, sigo llorando y gritando como puedo. Necesito salir de aquí antes de que pueda hacerme algo más grave.

La puerta al fin cae abajo. Todas mis amigas y amigos aparecen salvándome de este infierno.

—¡Aléjate de mi amiga, imbécil! —grita Mai pegándole un sonoro puñetazo en toda la cara.

Corro hacía Sam que me envuelve en un fuerte abrazo al igual que todas mis amigas, mientras que los chicos se meten en una pelea con Álvaro. Nunca había visto a Hugo tan enfadado como ahora. No para de golpearle. Hasta sus amigos intentan separarle porque sino va a acabar matándolo.

—¡Hugo, para! —grito con todas mis fuerzas. Sus puños paran de pegarle al escuchar mi voz. Me mira con los ojos vidriosos y la respiración agitada. Su cara también está llena de golpes y cortes.

Siento que empiezo a respirar con dificultad. Me tiembla todo el cuerpo y la cabeza me da vueltas. Las voces a mi alrededor parecen estar cada vez más lejos y lo veo todo muy borroso. Hugo viniendo corriendo hacía mí es lo último que recuerdo antes de desplomarme sobre el suelo.

[...]

Abro lentamente mis ojos sintiéndome completamente desorientada. Todo a mi alrededor es de color blanco y me encuentro tumbada sobre una cama. ¿Por qué estoy en un hospital?

Las imágenes de la pelea y todo lo que sucedió antes van viniendo poco a poco a mi cabeza, aunque preferiría no recordarlas. No he sentido tanto miedo en mi vida. Ojalá pudiese olvidarlo.

De repente se abre la puerta de la habitación. Mi rubio favorito entra con la mirada perdida y la cara destrozada por los golpes que ha recibido en la pelea. Cuando se da cuenta de que he despertado, se acerca rápidamente a mí.

—¡Eva! —me abraza con cuidado —Joder, enana. No sabes el susto que me has dado...

—¿Qué me ha pasado? —le pregunto intentando levantarme de la cama, pero no me deja.

—No, descansa —suspiro.

—¿Me he desmayado?

—Sí. Bueno, has perdido el conocimiento por unas horas... menos mal que ya has despertado, porque me estaba volviendo loco en serio —me río y entrelazo mi mano con la suya.

—Gracias por estar aquí conmigo —me sonríe.

—Siempre lo estaré. Te quiero mucho, mi niña.

—Y yo a ti —se acerca para darme un beso, pero le aparto al ver el corte que tiene en el labio —. ¿Ya te has curado eso Hu? Tiene muy mala pinta —se ríe.

—Sí, tranquila. No te preocupes por mí, ¿vale? Lo importante ahora es que tú estés bien —le sonrío.

—¿Y qué ha pasado con... Álvaro? —nada más oye su nombre salir por mi boca aprieta su mandíbula.

—No ha muerto, por desgracia... —masculla y le pego en el brazo —¡¿Qué?! ¡Es lo que merecía ese hijo de puta después de todo lo que te ha hecho!

—Vale, sí, tienes razón. Pero aún así, no querría verte en la cárcel por haberle matado... —suspira.

—En fin, la buena noticia es que al fin le han expulsado del instituto y seguramente se mudará a otra ciudad para meterse en un centro de menores.

Suspiro aliviada. Menos mal. No quiero volver a verle nunca más en mi vida.

—Bueno, que tienes que comer algo. ¿Qué quieres?

—Zumo y galletas —le pido haciendo un puchero. Niega riendo y me da un beso en la frente.

—Ahora vengo, enana. Voy a avisar también a tus padres y los demás de que ya estás despierta.

—Vale, bebé. ¡Te quiero! —le grito cuando ya está saliendo por la puerta y me lanza un beso al aire.

Un rato después, entran mis padres y mi hermana. Los médicos les han dicho que ya puedo irme a mi casa, pero descansando y sin hacer ningún esfuerzo por si acaso. Aún estoy algo débil después de todo lo que me ha pasado. Espero recuperarme pronto.

Cuando salgo del hospital, todas mis amigas y amigos están esperando para abrazarme. Tengo mucha suerte de tenerlos a todos ellos en mi vida.

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