Capítulo 18

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Por fin han llegado las vacaciones de Navidad. ¿Lo malo? Que Hugo y Sam se van a Córdoba a pasar como todos los años las navidades con su familia. Y lo que les voy a echar de menos no va a ser normal.

—Pues ya estaría —dice Hugo cerrando su maleta con mi ayuda, y se tumba en la cama suspirando.

Me tumbo encima de él abrazándole.

—No quiero que te vayas —digo triste. Deja un beso en mi cabeza y me abraza con más fuerza.

—Míralo por el lado bueno, Eva. No vas a tener que aguantarme en tres semanas —dice bromeando. Ruedo mis ojos pegándole suave en el pecho.

—Idiota —se ríe.

—A mí también se me va a hacer muy difícil no tenerte cerca... Pero como es lo que hay, vamos a intentar llevarlo lo mejor posible, ¿no? —asiento.

Me sonríe y atrapa mis labios con los suyos. Profundizo el beso cogiendo su cara entre mis manos mientras las suyas se deslizan hasta mi culo.

Los besos suben cada vez más de intensidad y nuestra ropa no tarda en acabar tirada por el suelo. Nos complacemos mutuamente llegando por varias veces al éxtasis juntos gritando nuestros nombres.
Y enredados en las sábanas terminamos la noche.

Llega la mañana y el momento de despedirnos. Primero le doy un abrazo enorme a Ana. La quiero muchísimo, siempre ha sido como una segunda madre para mí. Después otro a mi mejor amiga.

—Te voy a echar mucho de menos Sam —le digo llorando y me abraza más fuerte.

—Jo, y yo a ti Evi.

Ya sé que solo van a ser tres semanas en las que no nos vamos a ver, pero se me va a hacer muy raro no tenerla a mi lado porque siempre estamos juntas.

Por último, me acerco a mi novio para darle un abrazo súper fuerte rompiéndome por completo. Acaricia mi espalda intentando tranquilizarme.

—Te voy a echar muchísimo de menos Hu.

—Y yo a ti, cariño —nos besamos.

—Me llamas cuando lleguéis, ¿vale? —asiente y volvemos a besarnos unas cuantas veces más.

—Te veo el año que viene, enana —dice haciéndome reír entre lágrimas.

—Adiós, bebé. Te quiero mucho.

—Yo también te quiero, mucho, muchísimo —nos sonreímos y nos damos un último beso antes de que se monten en el coche rumbo a Córdoba.

[...]

Después de cenar con mi familia, me preparo para salir de fiesta y celebrar la última noche del año con Mai, Anaju, Nía, Bruno, Jesús y Flavio. Aunque no será lo mismo sin mis dos rubios favoritos.

Termino de pintar mis labios de rojo cuando Hugo me llama al móvil y lo cojo inmediatamente.

—Hola, bebé.

—Hola, enana. ¿Qué tal?

—A parte de echándote de menos, bien —se ríe —. Me estaba preparando para salir de fiesta, ¿tú?

—Yo también. Hacía mucho ya que no veía a mis amigos de aquí de Córdoba, así que tengo ganas de pasar tiempo con ellos.

—Qué guay. ¿Algún día me los presentarás, no?

—Pues claro, enana —sonrío —. Espera, voy a hacerte mejor una videollamada, ¿vale?

—Vaale.

Enseguida aparece su cara con una sonrisa en la pantalla de mi móvil. Madre mía, está guapísimo.

—Qué guapa estás —no puedo evitar ponerme roja cada vez que me dice estas cosas.

—Gracias, tú también —digo tímida y me sonríe.

—¿Me enseñas lo que llevas puesto? —me dice con una sonrisa pícara.

—¡Eres un guarro, Hugo! —se ríe.

—Joder, es que llevo ya dos semanas sin poder tocarte. Y se me está haciendo muy difícil, Eva... —me dice haciendo un puchero y niego riendo.

—Bueno, vale, te enseño cómo voy. Pero no hagas cosas guarras eh —le advierto y se ríe.

—Vaale, me comporto —me río también.

Me pongo delante del espejo para que pueda ver mejor el traje rojo que llevo con un top por debajo.

—¿Te gusta?

—Me encanta. Vas preciosa, como siempre —le sonrío.

—Jo, quiero besarte ahora mismo Hu.

—Y yo a ti, cariño... además de quitarte ese traje y follarte —me dice sonriendo pícaramente otra vez.

El calor sube hasta mis mejillas y me muerdo el labio. Mis amigas van a venir a buscarme en unos minutos y no es un buen momento para ponerme cachonda, como diría Sam, pero me es inevitable.

—Amor, ¿y si nos volvemos a llamar después de la fiesta? —le digo con una sonrisa pícara también.

—Me parece perfecto —me guiña —. Bueno, me voy ya que mis amigos no paran de petarme el móvil. Pásatelo súper bien de fiesta, ¿vale? Te quiero mucho, Eva —le sonrío.

—Y yo a ti Hu. Pásatelo genial también —me sonríe y nos despedimos mandándonos muchos besos. Al volver de fiesta, cumplimos con nuestras palabras.

InevitablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora