Epílogo (3)

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(La noche anterior a la boda)

Después de pasar el día paseando por las calles de París, descubriendo nuevos rincones, volvemos al hotel porque mañana es la boda de Sam y Flavio y tenemos que descansar. Si yo estoy nerviosa, no me quiero ni imaginar cómo tienen que estar ellos dos.

Mi hermana Lea no ha tardado ni un segundo en caer en los brazos de Morfeo mientras que yo sigo aquí dando mil vueltas tratando de encontrar una postura cómoda en la que pueda al fin quedarme dormida. Me sobresalto al escuchar unos toques en la puerta. ¿Quién coño será a estas horas?

Me levanto cuidadosamente de la cama para no despertar a Lea, y abro la puerta encontrándome al rubio con tan solo un pantalón de chándal y el pelo despeinado. Uf, madre mía... Trago saliva haciendo un gran esfuerzo por no lanzarme a sus labios aquí mismo. Su mirada también me recorre de arriba a abajo ya que solamente llevo una camiseta que me llega hasta por encima de las rodillas.

—¿Te he despertado? —me pregunta preocupado.

—No, tranquilo, estaba despierta. ¿Pero qué haces aquí a estas horas, Hugo? —susurro confusa.

—No puedo dormir y bueno, simplemente quería verte Eva —me dice rascando su nuca nervioso y sonrío tímidamente. No puede ser más mono.

Como hemos pasado todo el día con los demás en grupo, pues desde ayer no hemos podido hablar mucho ni estar solos. Miradas y algún abrazo que otro no ha faltado entre nosotros, pero nada más.

Nos quedamos mirándonos por unos segundos.

—Bueno, será mejor que me vaya ya que mañana tenemos que madrugar por la boda y eso... —dice rápidamente —Buenas noches, Eva —deja un beso en mi mejilla y se gira para volver a su habitación. Pero antes de que pueda irse, le llamo —. ¿Qué? —me pregunta confuso volviéndose a acercar a mí.

—¿Puedo dormir contigo? —me sorprendo hasta a mí misma al preguntarle esto. Sigo teniendo muchísimo miedo y dudas sobre si debería de darnos otra oportunidad, pero ahora mismo necesito volver a dormir entre sus brazos.

—¿Dormir, conmigo? —dice con los ojos muy abiertos y asiento muerta de la vergüenza.

—Sí... pero bueno, si no quieres no pasa nada... —niega con una sonrisa y acaricia mi cara.

—¿Cómo no voy a querer dormir contigo, Eva? Es lo que llevo queriendo hacer desde hace ocho años. Vamos, si no puedo dormir es porque me faltas tú. No sabes lo mucho que echo de menos tenerte entre mis brazos cada noche y despertarme a tu lado por las mañanas —susurra mirándome fijamente a los ojos y me da un vuelco el corazón.

Le abrazo fuerte escondiendo mi cara en su cuello.

—¿Por qué tienes que ser tan adorable Hu? —se ríe.

Tapo rápidamente su boca con mis manos al darme cuenta de que mi hermana está durmiendo.

—Shh, que vamos a despertar a Lea.

—Ostia, perdón —niego sonriendo.

Cierro la puerta intentando hacer el menor ruido posible y luego, vamos para su habitación. Nada más entro voy corriendo a tirarme en su cama.

InevitablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora