Epílogo (2)

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(2 días antes de la boda)

Unos toques en la puerta de la habitación me hacen despertar y segundos después, aparece mi hermana con la bandeja del desayuno entre sus manos.

—¡Buenos días Ev! —dice sonriendo. Besa mi mejilla y vuelve a sentarse a mi lado en la cama.

—¿Por qué has pedido que nos traigan el desayuno? —le pregunto mientras me desperezo.

—Bueno, ya que estamos en un hotel de lujo en París habrá que aprovechar, ¿no? —niego riendo.

Desayunamos juntas hablando de tonterías cuando vuelven a picar la puerta. Extrañada, me levanto a abrirla para encontrarme con nadie al otro lado de ella. Y me quedo aún más confusa al ver un ramo de rosas en el suelo. Lo recojo y cierro la puerta.

—¿Quién era?

—No sé, solo han dejado estas rosas en el suelo —le respondo volviendo a sentarme en la cama.

—Ev, solo llevas un día aquí, ¿y ya tienes un admirador secreto? —ruedo los ojos sonriendo.

—Seguramente se habrán equivocado, o igual eres tú la que lo tiene —se ríe sarcásticamente.

—Uy sí, ya podría... —me río —A ver, ¿no tendrá alguna nota o algo por aquí escondida? —buscamos entre el ramo de rosas y justo encontramos una notita con mi nombre —¿No ves? Son para ti tonta.

Nada más veo la letra con la que está escrito mi nombre empiezo a ponerme nerviosa. No puede ser. La letra se parece muchísimo a la de Hugo, pero es imposible que él me haya regalado estas rosas, ¿no? Abro la notita y al leer lo que pone siento como se me para el corazón. "Tu me manques", lo que significa 'te echo de menos', o literalmente traducido, 'tú me faltas' en francés.

Las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas al saber que él también sigue recordándolo.

—Ev, ¿qué pasa? —me pregunta Lea preocupada.

—Pues que estas rosas y la notita son de Hugo. En esos dos años en los que llevamos nuestra relación a distancia, siempre le decía esta frase en francés porque describía perfectamente lo que yo sentía en ese momento al tenerle tan lejos de mí, que no solo le echaba de menos, sino que él me faltaba. Era algo nuestro —sonrío nostálgica —. No puedo creer que aún lo recuerde y lo de las rosas... —me abraza.

—Jo, qué bonito —dice emocionada también —. Anda vete a darle un buen morreo —niego riendo.

—No voy a hacer eso Lea.

—¿Por qué no? ¡Si te acaba de decir mediante esa nota que te echa de menos, Eva! —suspiro nerviosa.

—¿Tú crees? Igual me echa de menos pero solo como una amiga o no sé... —se ríe con sarcasmo.

—Venga Ev, que vosotros nunca habéis sido solo amigos. Ni podréis serlo, jamás —ruedo mis ojos.

—Bueno, no lo sé, ¿vale? Tengo la cabeza hecha un lío por culpa de él, como siempre vamos... —se ríe.

—Pues hablad de una puta vez —vuelvo a suspirar.

—Lo intentaré, pero no va a ser nada fácil... —justo nos llega un mensaje de Sam diciéndonos que están todos abajo en la piscina cubierta que tiene el hotel. Pongo el ramo de rosas en agua y después, nos preparamos para bajar a la piscina con los demás.

InevitablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora