Capítulo 21

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Este viaje está siendo una de las mejores experiencias de toda mi vida. Hemos visitado Paris, Bruselas, Berlín, Berna y Roma entre otras ciudades, y son todas una pasada. Me lo estoy pasando genial. Pero por desgracia, mañana esto se acaba y tendré que tomar una decisión.

He acabado contándoselo a las chicas porque necesitaba escuchar sus opiniones, aunque me hayan dicho lo que ya me suponía. Que no puedo desperdiciar esta oportunidad por un chico. Y sé que tienen toda la razón, pero aún así, es difícil.

Ahora nos encontramos en una de las maravillosas playas de Grecia tomando el sol y descansando, ya que hemos pasado la última semana del viaje aquí. Quiero ir a bañarme al mar porque no aguanto estar tumbada en la arena por mucho más tiempo con el calor que hace. Así que les pregunto a ver si me quieren acompañar, pero a ninguno le apetece.

—Hugo —susurro a la vez que dejo varios besos en su cuello. Está tumbado a mi lado medio dormido.

—Mhm...

—Vamos a bañarnos porfii.

—Pff... me da pereza, Eva —suspiro.

—Pues vale, ya voy yo sola —le digo enfurruñada. Antes de que pueda irme para allí, se levanta de la toalla y me detiene cogiéndome del brazo.

—Vamos anda —sonrío y le abrazo.

—Te quiero —niega riendo.

—Lo que tengo que hacer por ti... —me río.

En cuanto nos adentramos en el mar agarra mi culo impulsándome hacía arriba para que pueda enredar mis piernas en su cintura. Rodeo con mis brazos su cuello y juntamos nuestras bocas.

—Ya te has despertado eh —le digo con una sonrisa divertida al sentir su erección rozarme y se ríe.

—Hombre, es que pedazo de diosa que tengo delante —dice pícaramente y me sonrojo.

Los besos van subiendo cada vez más de intensidad. En un momento sus labios abandonan los míos para depositar besos húmedos en mi cuello y no creo que pueda ahogar mis gemidos por mucho más tiempo. Menos aún cuando noto su mano acercarse peligrosamente a mi zona íntima. Y me separo de él por mucho que me cueste.

—Hugo, aquí no —digo con la respiración agitada.

—¿Y en el hotel? Por favor —me ruega y me río.

—¿Qué pasa, no puedes aguantar más Huguito? —le digo con una sonrisa burlona. Niega y muerde mi labio inferior, algo que me pone aún más cachonda.

Salimos del mar y vamos lo más rápido que podemos hacía el hotel. Una vez allí, subimos con torpeza hasta nuestra habitación y nos deshacemos rápidamente de la poca ropa que llevamos entre besos desesperados. Caemos sobre el colchón, se coloca un condón y sin más preámbulos, entra en mí. Aumenta sus embestidas a la vez que lo hacen nuestros jadeos hasta que llegamos juntos al final.

Después de dos polvos increíbles, caemos rendidos sobre la cama intentando recuperar la respiración.

—Creo que en septiembre empezaré a buscar trabajo de mecánico en algún taller o de camarero en un bar. Total tampoco es que tenga ninguna otra cosa que hacer... así por lo menos me gano algo de pasta y ayudo en casa —dice mientras acaricia mi pelo y levanto mi cabeza de su pecho para mirarle.

—¿Al final no vas a estudiar en ninguna uni?

—No, yo no valgo para eso —ruedo los ojos.

InevitablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora