Capítulo XIV. Confesiones

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Nota

Los tres asteriscos (***) indican el inicio de los sueños de Jane. Hay muchas cosas que ocurren en sus sueños que están relacionados con su vida y su pasado:)


Jane


No, no, no, no.

Aún no puedo decirlo en voz alta. Algún día será...pero no hoy.

—Si en una relación la honestidad es algo importante—añadió Tom después de que me quedara unos segundos pensando—¿Estás tratando de decirme algo?

—¿Qué? No, bueno sí. No es una confesión o algo así, solo te pido que seamos honestos entre nosotros, no me gustan los secretos—dije con toda la confianza que pude mostrar.

—¿Segura que es todo?

—Segura—dije sonriendo, me aseguré de no arrugar la nariz.

Creo que Tom lo creyó.

—Está bien, nada de secretos.

—¿Tienes un secreto que confesar? —cuestioné burlonamente.

—Cuando era pequeño rompí uno de los reconocimientos de mi mamá como pianista. Lo pegué con un chicle, creo que lo hice bien por qué aún no me han dicho nada de un premio roto.

Solté una carcajada.

—¡Oye! Fue un momento lleno de adrenalina—se quejó—tenía mucho miedo que se dieran cuenta.

—Si ya lo creo—continué riendo.

—Tu turno.

—Un día Sara y yo nos escapamos de la escuela, teníamos 14 años y queríamos salir con unos chicos que Sara había conocido unos días antes. El plan era irnos en metro, pero cuando bajamos a nuestra estación salimos corriendo al ver a un vagabundo. Al final regresamos a la escuela y nos saltamos la barda para poder entrar a las clases.

—Una gran aventura.

—La aventura de mi vida—dije en tono sarcástico.

—¿Cuántos años tenías cuándo diste tu primer beso?—soltó sin más.

—13, fue con un chico de mi clase. Habíamos ido a una excursión a uno de los tantos museos de New York. Nos perdimos y terminamos dándonos un beso, no estuvo mal—dije encogiendo los hombros—, te toca.

—Tenía 12 años, estaba con el grupo de amigos de mi hermano, estábamos en una piscina pasando el rato. Ahí estaba la hermana de uno de los chicos, ella tenía 14. Fue en el juego de la botella.

—Así que te gustan mayores—enarqué ambas cejas molestándolo.

—No, me gustas tú.

¿Cómo tiene la habilidad de convertir todo en un momento romántico?

—¿Y tú primera vez? —me preguntó.

Ok, no voy a mentir. Los recuerdos de mi primera vez son algo amargos, fue ¿peculiar? Un poco mala, la verdad. Pertenezco a ese grupo de personas a las que no les gusta recordar su primera vez.

—18, esperé hasta que conocí a alguien con quien me sentí segura—mentí, aunque no con la edad.

—Wow me haces sentir como prostituto. Yo tenía 15.

—Te gustan mayores y aparte eres fanático del sexo. ¿Alguna otra cosa que tenga que saber? —empecé a reír.

—No, solo eso.

Oculto en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora