Capítulo XXI. Por más momentos así

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Tom


Planear la sorpresa de cumpleaños de Jane tomó un mes. Si un mes. Pero valdrá cada maldito segundo. Viajamos el 23 de diciembre para poder pasar noche buena en nuestro destino.

—¿Ya me dirás a dónde vamos? —insistió Jane.

—No, es una sorpresa.

—Pero sabes que odi...

—No odias las sorpresas—la interrumpí—ahora vamos que nuestro vuelo ya va a salir.

—¿Sabes que conoceré nuestro destino cuando tengamos que subir al avión?

—Dame el gusto por unos minutos más.

Tomamos las maletas y nos dirigimos al lugar de dónde saldría nuestro avión.

—Pasajeros con destino a Madrid, favor de abordar por la puerta D-28—escuchamos por los megáfonos.

—¡España! —Jane gritó al escuchar a la azafata.

—¡Sorpresa! —dije haciendo manos de jazz—¿Te gusta?

—¡¿Bromeas?! ¡Me encanta! Nunca he ido a Europa, ¿qué haremos? ¿cuántos días nos quedaremos? —dijo mientras saltaba de un lado al otro.

Exactamente por esto es que "pulga" le queda perfecto.

—No te diré que haremos, todo será una sorpresa. Y nos quedaremos hasta después de año nuevo.

—¿Estás hablando en serio? —preguntó sorprendida—¡Vamos a pasar año nuevo en España!—afirmó sin dejar de saltar.

—Así es—terminé.

Nuestro vuelo hacia Madrid se resumió en ver películas y Jane dormida mientras se recargaba en mi hombro. Yo, en cambio, intenté dormir, pero estaba tan emocionado por todo lo que haríamos que no concilie el sueño.

Sara me ayudó a organizar todo, a planear actividades que sabríamos que le gustarían a mi novia e ir a lugares que sabríamos que amaría. Quería que fuera la mejor sorpresa de cumpleaños que ha tenido en su vida.

*

*

*

Bajamos de avión y salimos del aeropuerto para encontrarnos con el chofer que nos llevaría al lugar donde nos hospedaríamos. Mi niña se la pasaba viendo por la ventana, igual de emocionada como el día que fuimos al Golden Gate.

O tal vez un poco más.

Bueno si, estaba mucho más emocionada que ese día en California. No paraba de ver su sonrisa y de escuchar la palabra "gracias", realmente le había encantado venir a Madrid. Después un largo viaje en coche pudimos ver el portón color negro al que tanto quería llegar.

—¿Dónde estamos? —ella preguntó.

—En una finca, es de abue Cecy. Sabes que ella es de aquí, nos la prestó por estos días.

—Es hermosa—dijo al bajar del coche.

La casa era de estilo colonial, color blanco y tejas de barro rojizas. Frente a ella una gran piscina acompañada de lo que parecen hectáreas de terreno. A lo lejos estaba el establo, abue Cecy siempre fue amante de los caballos, así que adecuó toda la finca para poder montar.

Dejamos nuestras maletas en la habitación principal, y le di un pequeño tour a Jane por el lugar. Aún quedaban unos cuantos minutos de sol, así que aproveché para presentarle a los caballos.

—Ella es Italia—dije señalando a una yegua pinta café y blanco—, aquí está Zeus—le presenté a un caballo pura sangre color negro—y él es Lucky—terminé con el caballo blanco.

Oculto en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora