Capítulo XX. Por Jane

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Jane


La cena de acción de gracias en casa de Tom estaba yendo mejor de lo que pensé. Tanto abue Cecy como los padres de Tom hicieron todo lo posible por hacerme sentir cómoda.

Nos encontrábamos en la terraza, Tom subió a buscar los anteojos de abue Cecy; un momento después Adam y Emilia llegaron para acompañarnos.

—¿Y Tom? —preguntó Adam.

—Lo mandé a buscar mis anteojos, quería hablar con Jane.

—¿No la estarás asustando verdad mamá? —preguntó Emilia.

—¿Yo? ¿Cómo puedes pensar eso de mi hija? Lastimaste mis sentimientos—llevó la mano a su pecho en señal de ofensa, aunque era notorio que lo estaba fingiendo.

—Solo estábamos hablando de la universidad y mi relación con Tom—intenté ayudar a abue Cecy.

—Mmmhh—dijo Adam viendo a abue Cecy con los ojos entrecerrados—. La comida ya está lista, ¿vamos?

—Adelántense, voy a llevar estos platos a la cocina—dijo Emilia mientras tomaba las bandejas de aperitivos.

—Le ayudo—dije.

—Te ayudo— me corrigió.

Tomé algunos platos y me dirigí a la cocina con Emilia. Los dejamos en la barra y antes de salir, ella me detuvo.

—¿Jane?

—¿Sí? —respondí.

—Quería decirte que estoy muy feliz de conocerte. Tom me habló de ti unos días después de que te conoció y al hacerlo tenía una sonrisa enorme en el rostro. Bueno siempre que habla de ti puedes notar lo feliz que lo haces—la miré a los ojos y pude notar de donde había sacado los ojos Tom. Eran de un color azul hermoso y se acompañaban de hermosos destellos cuando la luz chocaba con ellos.

›› Es la primera vez que lo veo así, si estuvo con Blair y ella es linda, pero él lo hizo más por la presión, que desafortunadamente mi esposo y yo le pusimos. Solo quiero agradecerte por devolverle la esperanza en esto del amor a mi hijo, así es como lo describe.

—¿Él dijo eso? —pregunté con ilusión.

—Si, pero no le digas que te conté—llevó su dedo índice a sus labios indicándome que esto era un secreto.

—Será nuestro secreto—añadí—, y también estoy muy feliz de haberlos conocido.
Tomó una de mis manos y la apretó de la misma manera en la que lo hacía mi mamá.

—Ahora vamos al comedor, ya deben de estar esperándonos.

La mesa estaba adornada con colores otoñales, en el centro estaba la increíble cena que habían cocinado. Pavo, pure de papas, pie de calabaza, todos los platillos típicos de este día, nos servimos un poco de todo. Hablamos de muchas cosas, pero casi al final de la cena empezamos a hablar de mi vida en Australia.

—Así que Jane, Tom nos dijo que vivías en Australia—comentó Adam.

—Si, nos fuimos a vivir hace dos años por el trabajo de mi papá.

—¿En qué trabaja tu padre? —preguntó Adam.

—Es profesor de literatura en la universidad de Sydney.

—¡Amo Sydney! La universidad es hermosa, hemos ido en varias ocasiones, que extraño que nunca te hayamos visto—añadió Emilia.

—Sydney es una ciudad grande y esa universidad también—dijo abue Cecy.

Oculto en tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora