—¡No te necesito!
Exhalé un suspiro antes de abrir mis ojos, parpadeando ante la tenue luz del día. A lo lejos podía escuchar el piar de los pájaros además de las cortinas de la ventana ondear ante la brisa mañanera. Contemplé la pulcritud de mi habitación pintado completamente de blanco, sin ninguna mancha o irregularidad. Era casi como ella: un lienzo en blanco, maleable, listo para usar.
Lentamente me senté en la cama, sintiendo las suaves sábanas color beige desparramarse a un costado de mi cuerpo. Tensé mi mandíbula para evitar bostezar y mi mano se acercó por inercia a su frágil y pequeño cuerpo. Desvié mi mirada de la ventana hacia ella, observándola dormir a un lado mío, acurrucada entre las sábanas y otra manta que habrá traído durante la noche.
Siempre deja cosas suyas en dónde no pertenecen.
Las mañanas eran todas iguales.
Seguirla por el espacioso departamento y evitar chocar con las cosas que tiraba en su apresurado intento de llegar a la escuela a tiempo. Nunca entendería ese afán de las mujeres de verse siempre bonitas, ¿por qué poner tanto esfuerzo en ello? Pensé mientras me recostaba por el marco de la puerta del baño, mientras la observaba maquillarse frente al espejo.
Se veía más bonita sin toda esa mierda en la cara, pensé distraídamente.
—¡Len, deja de ser una enredadera!—Gruñó tiernamente mientras inflaba sus mejillas, las cuales se tiñeron de un tierno rosa. Sonreí al ver como temblaba su mano cuando quiso delinear sus ojos, sus enormes ojos celestes que me miraban con recelo desde el reflejo del espejo.
—Bien, prepararé el desayuno—informé mientras despegaba mi cuerpo del marco de madera—, no hagas otro desastre en el baño como ayer, Rilianne—advertí antes de alejarme.
—¡Qué es Rin, tonto!
La sonrisa se desvaneció lentamente de mi rostro. Ella detestaba que le llamara por su nombre completo. En parte lo entendía, sonaba muy formal y a veces ella quería sentirse normal. Quería pensar en mí como un amigo, quizás, y no como su guardaespaldas personal. Lo ignoro mientras me adentro en la cocina y empiezo a preparar un desayuno al estilo americano. Era uno de sus favoritos, y entre el silencio y la tranquilidad me pregunté en qué momento comencé a pensar de esta forma.
A mirar con detenimiento cada detalle que le gustaba.
Supongo que una de las cosas que me atrajo fue su animada y energética personalidad. Ella era así, imposible de no ser notada entre una multitud debido a su brillo. Mientras conduzco hacia la escuela secundaria ella parlotea sobre chismes acerca de sus amigas, finjo prestarle atención mientras me incomoda el hecho de que se esté sentando en el asiento del acompañante en vez de los asientos traseros. Soy su guardaespaldas personal, su chófer, su cocinero y si ella quiere podría ser lo que me pidiese: pero no soy su amigo.
—Llegamos—interrumpo mientras estaciono suavemente.
Rilianne detuvo su incesante parloteo y observó el establecimiento educativo con una mirada que no supe identificar, ¿era eso desprecio lo que inundaba su tierna mirada? Intenté no entrometerme demasiado y en su lugar me concentro en observar cualquier posible amenaza, pero los intentos de secuestro disminuyeron con su crecimiento y mi cuidado.
—¿Len?
Parpadeé algo sorprendido de haber bajado mi guardia y observé su escurridiza mano posarse sobre la mía, la cual seguía en el volante del auto, apretandolo con tanta fuerza que noté algunos de mis nudillos volverse blancos. Rilianne era descuidada, no debería acercarse tan fácilmente a mí.
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cortitos - vocaloid
RandomTal vez hay un universo allá afuera, sucediendo ahora, donde terminamos juntos. Tal vez hay un universo donde soy la persona adecuada para ti. Donde adoro cada cosa agradable que hiciste por mí sin comenzar a resentirte. Un universo donde realmente...