| pérdida |

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    Lo primero que percibo al recuperar la conciencia es el sonido. A mis oídos llegan una canción vieja pero familiar, casi cálida. Me remuevo incómoda en mi lugar y entreabro mis ojos, parpadeando mientras observo mi panorama algo aturdida. 

    ¿En dónde estoy? 

    Lentamente noto luces que pasan rápidamente y la oscuridad que traga esos pequeños fulgores brillantes como estrellas.

—Unchain my heart (Desencadena mi corazón)—una voz melodiosa tararea y me giro para ver a la persona que conduce el auto en el cuál me encuentro—, babylet me be, unchain my heart 'cause you don't care about me... (Bebé, déjame ser, desencadena mi corazón porque tú no te preocupas por mí)—canta mientras tamborilea sus dedos encima del volante, con la vista pegada en la carretera.

—¿Qué?—Murmuro, sintiendo mi voz reseca y un dolor en mi cabeza.

—Shh, aquí viene la siguiente canción, ¡es mi favorita!—Chilla mientras I've got a woman es reproducido en el auto mientras Len tararea y se mueve en su asiento.

—Espera un momento... no, no, esto está muy malhablo una vez me doy cuenta de que estoy en el asiento pasajero con una manta encima y el cinturón de seguridad puesto. Se siente más como una correa que me mantiene en mi lugar, presa e inamovible. 

¿Sabes qué es lo único malo de sus canciones? Qué duran pocoplatica mientras se mueve al compás del R&B, pero en todo lo que me puedo concentrar es en el dolor en la parte trasera de mi cabeza.

—Me duele mucho la cabeza—murmuro mientras con delicadeza toco el lugar dónde parece palpitar. Len me mira de reojo, sin inmutarse.

—Quizás puedas sufrir de una conmoción cerebral, hmm, aunque no recuerdo golpearte tan fuerte—parece pensar y la idea me hace resoplar, disgustada con todo lo que me está ocurriendo.

    ¿Será ésto el karma?

—¿Hacia dónde estamos yendo?—Inquiero algo confundida.

    Mantén la calma, de entre los dos, esperemos que seas la peor.

—Digo, era un hombre sumamente pobre en sus orígenes y luego, ¡pum! Vence a las adversidades, aún luego de quedar ciego, increíble... aunque su ruina fueron las mujeres y la droga, menudo cliché—opina y yo suspiro e intento no perder la cabeza.

—Len...—musito algo impaciente mientras observo el paisaje oscuro al otro lado de la ventana.

—Ah, es la primera vez que te escucho decir mi nombre—señala mientras me mira con una sonrisa.

—¿A dónde vamos?—Repito entre dientes y él parece pensarlo, como si decidiera si soy digna de tal información o no.

    Imbécil.

—Oh, ya sabes, a una pequeña cabaña—comenta y yo frunzo mi ceño, desconfiada.

—¿Dónde queda exactamente esa cabaña?

—Oh, Rilianne, no me dirás que tienes miedo, ¿verdad?—Se mofa, sonando divertido y maravillado. Yo trago saliva mientras mis manos aprietan con fuerza el cinturón.

—Regresemos a Portland, Len, tenemos que...

—No te pongas así, pensé que eras divertida—se queja, enfurruñado mientras frunce sus labios de forma infantil—, quizás me equivoque—añade en un susurro.

    Me enojo.

    Con un movimiento fácil deslizo mi mano hacia el bloqueo y lo destrabo, logrando que el cinturón de seguridad desaparezca rápidamente. Len apenas tiene tiempo de mirarme antes de que abra la puerta del auto, pero cuando me estoy por tirar una mano aprieta mi antebrazo con fuerza.

cortitos - vocaloidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora