| Papi III |

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      Len siempre se despierta primero.

     Es una costumbre arraigada en su reloj biológico, como si sintiera el amanecer en sus huesos. Antes era tedioso, ahora cree disfrutarlo, porque de esa forma contempla a Rin, su preciosa Rin acurrucada a su lado mientras viste una de sus camisas. A él le encanta, nunca creyó ser alguien posesivo pero estar con ella le hace descubrir nuevos lados suyos que no conocía.

     Con lentitud acerca su mano al suave cabello de la contraria, Rin suspira con gusto mientras  hunde su rostro aún más en la almohada, con una mano bajo está y la otra cerca de su pecho. Ella es adorable cuando duerme, notándose tan tranquila y pacifica, sus pestañas son largas y sus labios rosados están entreabiertos, tentándolo. Algo en ella siempre termina seduciéndolo, desde el primer momento en que la vio sentada en su sala de estar lo supo, con sus grandes ojos que escondían secretos y su sonrisa diabólica. Él solo se siente tan atraído por ella, por la forma en que se mueve, en que camina, en que sus suaves curvas parecen llamarle. Tragando un poco nota como su camisa está desabotonada, enseñando un poco de aquella pálida piel con algunos lunares y él quiere seguir el rastro de cada uno de ellos, trazando constelaciones inexistentes...

     Oh, Dios, él está tan jodido.

    Frustrado se levanta de su cama y decide que luego de una merecida ducha fría preparará el desayuno para ambos.


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     Rin se siente desorientada y algo somnolienta mientras sigue el aroma del tocino que hace rugir sus entrañas. Se detiene en el marco que da a la cocina mientras recostando su cabeza por la pared contempla a Len moverse por el lugar con destreza y familiaridad. Al parecer ha puesto algo de música y él tararea la melodía de ésta mientras bate unos huevos con entusiasmo, es refrescante para ella verlo a él así, tan relajado y suave.

—Buenos días—bosteza mientras se talla un ojo, Len se sobresalta un poco mientras se gira con una sonrisa deslumbrante que vacila un poco al verla.

—Bu-Buenos días—saluda sin aliento, Rin se extraña y se mira así misma, sabe que solo viste la camisa de Len y unas panties pero no es la primera vez que Len la ha visto así.

—¿Qué preparas?—Cuestiona mientras se acerca a la mesa.

—Creí que unas tortitas vendrían bien—Rin gime afirmativamente mientras toma asiento en uno de los taburetes, observando la espalda de Len con anhelo.

—Suena delicioso—acepa mientras mueve sus piernas que cuelgan de la silla.

—Prometo lo son, en especial con un poco de jarabe de arce—asegura mientras se gira y le sonríe, Rin asiente, perdida en él.

      Pero el tiempo pasa y no le está prestando suficiente atención, protestando un poco se baja del taburete y decide sentarse al lado de donde Len está batiendo, dando un salto se coloca encima de la isla a un costado suyo mientras le sonríe.

—¿Q-Qué haces?—Pregunta en un tartamudeo, luciendo algo sorprendido.

—Nada, solo me gusta observarte—admite algo ruborizada, Len se nota tímido mientras asiente y continua con lo suyo—. Eres muy guapo, ¿sabías?

—Me lo han dicho—se jacta con una sonrisa altanera, Rin pone sus ojos en blanco pero aún así no deja de sonreír.

—Muy atractivo, me gustan tus brazos, ni tan grandes ni tan pequeños, son perfectos para mí—confiesa mientras mira los músculos flexionarse al batir, sus bíceps se notan tensos y sabrosos bajo su mirada depredadora, ella quiere lamerlos.

cortitos - vocaloidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora