Len tecleaba rápidamente mientras escuchaba a sus amigos parlotear y reír de tonterías en ocasiones, las vacaciones de verano finalmente comenzaban y éste era su último día en el instituto hasta que el otro semestre llegara.
—Len, ¿sabes acerca de Mikuo?—Él se encogió de hombros mientras escribía un texto a su novia Luka, a la cual trataba de terminar, porque ella parecía colada por Kaito, un amigo universitario suyo.
Él no quería estar involucrado en nada que tuviera que ver en relaciones dolorosas o triángulos rotos, mucho menos desamores. Preferiría acabarla antes de enamorarse.
—¡¿Qué?! ¿Ni siquiera te has enterado? Uff, ¿quién le cuenta?—Gumo fue el que se sacrificó y Len le presto absoluta atención.
—¿Qué pasa?—Espetó algo harto de aquella plática.
—Bueno, concierne a tu hermana—Len se alertó al instante—. Sabes qué sale con Mikuo, ¿verdad? Bueno, he escuchado ciertos rumores de que la engañó—contó y el rubio frunció su ceño, meditando.
—¿Y es verdad?—Inquirió con frialdad. Gumo apretó sus labios, indeciso y en conflicto.
—Quisiera decir que no pero el fin de semana pasado lo vi saliendo de un motel junto a una castaña muy bonita...
—Pero no deberías preocuparte, hermano—Yuma trato de aliviar sentado encima de un pupitre, relajado. Len le observo fugazmente mientras juntaba sus cosas—. Es su problema, digo.
—Pero es mi hermana y aunque sea de lo más patética, torpe y tonta del mundo la protegeré siempre—defendió implacable.
Juntó sus cosas rápidamente y salió de allí en busca de aquel bastardo que había lastimado a su hermana.
.
Rin observaba aquella comedia romántica casi con odio, lágrimas se escurrían de sus ojos mientras se comía un pote de helado. Ya ni engordar le importaba, si fuera por ella todos se podían ir a la mierda. El amor era un puto asco, sinceramente no comprendía porque todo mundo lo buscaba sin descanso. Ella había probado muchos sabores, desde desamores agrios hasta dulces. Uno más fatal y desgarrador que otro, ¿por qué nunca nadie era el indicado? Ella aseguraba que Mikuo lo era, notándose tan honesto y amable. Una estúpida fachada, sin embargo, que escondía algo peor. Se sentía en el borde, a punto de caer, y con ganas de que alguien la salve.
—¡Rin!—Dio un sobresalto en el sillón y miro por sobre su hombro a su mellizo, quien se veía agitado y sudado—.¿Estás bien?—Preguntó con cuidado mientras la miraba intensamente.
Ella posó su vista al frente y observó la televisión, se encogió de hombros sin saber muy bien que contestar. Esto era realmente un asco, que Len la viera así le disgustaba. Ella siempre quería que su mellizo sonriera, siempre.
—No lo sé... —susurro mientras jugaba con el helado, moviendo la cuchara de aquí hacia allá, pero la mano de Len la detuvo.
—Puedo consolarte, si quieres—comentó y ella sonrío suavemente.
Decidió aceptar algo de su cariño, dejándose mimar por una vez. Len siempre estaba para ella, y eso la reconfortaba. La idea de que cuando su mundo se caiga a pedazos podía tener a alguien en quien sostenerse era agradable. Todos deberían tener un hermano tan genial como lo era el suyo, pensó más animada.
Se la pasaron aquella tarde entre películas de comedia y palabras reconfortantes. Hasta que Rin termino durmiéndose primero, cayendo rendida ante el sueño y cansancio. Len la contemplo casi con maravilla, y besando la frente de ésta la atrajo más a sí, porque quería a su hermanita con locura. Después de todo eran ellos dos, y aunque sonara triste ellos no lo veían así, porque se tenían uno a otro. Y eso era invaluable.
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cortitos - vocaloid
RandomTal vez hay un universo allá afuera, sucediendo ahora, donde terminamos juntos. Tal vez hay un universo donde soy la persona adecuada para ti. Donde adoro cada cosa agradable que hiciste por mí sin comenzar a resentirte. Un universo donde realmente...